Saltar al contenido principal
Artículo Destacado

Caída libre con Dios

Incluso cuando sienta su vida fuera de control, el Señor no le ha abandonado.

Sandy Feit 12 de diciembre de 2022

Me hizo bien haber sido afligido, porque así llegué a conocer tus decretos.

Salmo 119.71
A lo largo de toda esta semana, una hoja de roble ha estado pegada en mi ventana. Me recuerda el cuento de O. Henry: “La última hoja”, que leí hace décadas cuando era una niña de noveno grado. O. Henry era conocido como un experto en finales sorprendentes, así que no voy a estropear la trama. Pero baste decir que Johnsy —una joven con neumonía— creía que cuando la enredadera que se veía desde su cama perdiera su última hoja, ella moriría.

Ilustración por Adam Cruft

La hoja de roble pegada en mi ventana parece tan tenaz como la que escribió O. Henry. Aunque no me identifico con las inclinaciones supersticiosas de Johnsy, los gratos recuerdos de la historia atraen una y otra vez mi atención hacia esa obstinada hoja justo más allá del alféizar. Frágil y crujiente como el papel de seda, está cautiva de una telaraña abandonada, y es azotada sin tregua por el viento. Tal vez, entonces, no sea tan frágil después de todo, pienso. Pero ¿podrá aguantar mucho más tiempo?

Me pregunto cuántas hojas —¿cientos, miles?— han caído poco a poco de esas mismas ramas. ¿Hay alguna razón por la que esta haya sido seleccionada, atrapada en su arremolinado descenso? ¿Y por qué la brutalidad siempre presente?

No puedo evitar identificarme con esa hoja que lucha, estando en las alturas durante un tiempo, haciendo con entusiasmo lo que se supone que debo hacer, y manteniéndome alejada de los problemas. Pero luego la estación cambia de forma abrupta, y lo que yo pensaba que me mantenía segura se ha ido.

A veces, lo que sigue parece un ejercicio de caída de confianza: inquietante, pero gracias a vivencias anteriores, lo soporté con la confianza de un aterrizaje suave. Otras situaciones son más aterradoras y se sienten más como una caída libre, experiencias que me hacen preguntarme: ¿Cuánto tiempo más podré soportar? Tal vez, como yo, usted a veces también encuentra un consejo bíblico más difícil de poner en práctica cuando se desvía del curso y se ve atrapado en una circunstancia hostil.

“Dios no aumenta nuestra fe de manera instantánea; es un proceso lento que ocurre a lo largo de nuestra vida y que a menudo implica pruebas”. 

Sin embargo, así es como el Padre celestial dispuso que creciera la fe de sus hijos. En el devocional del 07 de agosto de 2021, el Dr. Stanley dice: “A todos nos gustaría tener una gran fe que se mantuviera firme frente a los desafíos y los problemas. Pero Dios no aumenta nuestra fe de manera instantánea; es un proceso lento que ocurre a lo largo de nuestra vida y que a menudo implica pruebas. Cada vez que elegimos creerle al Señor y dar un paso en la obediencia, ganamos más confianza para fiarnos de Él la próxima vez... Habrá oportunidades para que le creamos al Señor y seamos obedientes. Estas situaciones son lo que a menudo llamamos “problemas”. Trate de verlos como una oportunidad diseñada por Dios para aumentar su fe al ver Su fidelidad en acción. Con cada paso de obediencia, su confianza en Él se fortalecerá”.

A diferencia de la última hoja en la historia de O. Henry, la adversidad de un cristiano, a Dios gracias, no presagia desgracia. Claro, las tempestades inesperadas pueden desviarnos hasta el punto de sentirnos atascados o golpeados. Pero la Biblia enseña que Dios controla y tiene un propósito en cada brisa, ráfaga y tornado de nuestra vida (Génesis 50.20; Salmo 103.19; Jeremías 29.11). Él diseña nuestras pruebas a la medida para que maduremos y nos fortalezcamos; y cuando cooperamos con Él, no se desperdiciará ni una sola de ellas.

Más Artículos