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Cómo decir “No” y dejar espacio para el “Sí”

Una guía de En Contacto para una mejor salud espiritual

Kimberly Coyle and Personal de Ministerios En Contacto 22 de octubre de 2023

A la mayoría de nosotros se nos enseña desde una edad temprana a decir no a cosas que son, sin duda alguna, peligrosas o problemáticas, ya sea jugar a la pelota en una calle concurrida o dar información personal a un extraño. Pero lo que a menudo no se nos enseña es cuándo decir no a cosas neutras o incluso buenas.

Ilustración por Abbey Lossing

Tal vez usted sea un padre con un trabajo a tiempo completo y le cuesta saber si debe responder a un correo electrónico importante o volver a casa para estar con su familia. Tal vez sea un empleado que hace trabajo remoto y que siente la presión de estar en línea más allá de la típica jornada laboral de nueve a cinco. Tal vez sea una mujer a la que han enseñado que decir sí equivale a ser amable, agradable y servicial. Entre las presiones y expectativas sociales, las normas culturales, y el desarrollo de la conectividad las 24 horas del día, no es de extrañar que nos encontremos aceptando más de lo que deberíamos.

Hemos elaborado esta guía para ayudarle a ser consciente de sus “síes” y “noes” y encontrar un mayor equilibrio en la vida. Nuestro objetivo no es eliminar el “Sí” de su vocabulario, sino hacer que decir “No” sea un poco más cómodo y significativo.

El “No” es esencial

Como seres humanos, no podemos decir que sí a todo lo que queremos. Tenemos tiempo, energía y recursos limitados, pero muchos de nosotros no hemos tenido a nadie que nos haya modelado cómo establecer límites saludables. Esto puede explicar la popularidad de la exitosa serie de libros de los psicólogos cristianos Dr. Henry Cloud y Dr. John Townsend sobre los límites. Publicado en 1992, su primer libro, Límites para nuestros hijos, vendió más de cuatro millones de ejemplares y fue el precursor del resto de la serie, lo que indica que los lectores sí quieren equilibrar su sí y su no. 

Cloud y Townsend escriben que aprender a decir que no es esencial para tomar decisiones de vida saludables. Cuando decimos siempre que sí, nos excedemos de manera tanto física como emocional, y tampoco estamos prestando atención al Espíritu de Dios dentro de nosotros. Estar en su presencia y seguir su guía es la manera de encontrar la plenitud de gozo (Salmo 16.11). Cuando decimos que no, honramos el libre albedrío que Dios nos ha dado y su dirección, en vez de permitir que otras personas y sus agendas dirijan nuestra vida. Significa que le estamos prestando atención a Él y a los deseos que nos ha dado, en lugar de satisfacer alguna obligación o expectativa externa.

Una consideración adicional: Para quienes tienen un historial de dinámicas familiares disfuncionales, traumas o antecedentes de alto control, establecer límites saludables es bastante crítico para su bienestar.

El “No” es mayordomía 

Los límites saludables nos ayudan a ver cómo nuestro “No” es un acto de mayordomía de la vida. Podemos decir un “No” confiando cuando entendemos lo que debemos hacer y lo que no. Dios nos dio límites que circunscriben nuestros días a 24 horas y nuestra semana a seis días de trabajo con un día de descanso. Dios también hizo nuestros cuerpos con límites: los ritmos de sueño regular y alimentación frecuente afectan nuestra capacidad de forma real. Debemos respetar nuestras limitaciones humanas, guiándonos por los límites naturales del tiempo y del cuerpo.

Otra forma de pensar en cuanto a la mayordomía considera nuestra mayor contribución en cada área de nuestra vida. No podemos hacer todo, entonces ¿qué es lo esencial? ¿Dónde contribuimos de manera más efectiva y con el propósito más importante?

  • Si estas preguntas le parecen abrumadoras, comience por el día que tiene por delante. Hágase esta pregunta: ¿Qué es esencial hoy? En otras palabras, ¿a cuál de sus valores fundamentales (espiritualidad, familia, amistad, servicio, etc.) quiere dar prioridad antes de que acabe el día? Dedique un momento o dos a escuchar al Espíritu Santo y pídale su guía.

  • Una vez que usted haya decidido lo que es esencial, deje todo lo demás. Permítase sentirse seguro y en paz con sus decisiones, confiando en que Dios le guiará y corregirá cuando sea necesario.

Greg McKeown, autor del gran éxito editorial: Esencialismo: Logra el máximo de resultados con el mínimo de esfuerzos, según el registro del New York Times, escribe: “solo cuando te das permiso de dejar de hacerlo todo, de dejar de decirles que sí a todos, puedes hacer tu mayor contribución a las cosas que realmente importan”. El Señor Jesús modela esto a lo largo de los evangelios cuando toma decisiones sobre cuándo ora versus a cuándo enseña; cuándo requiere soledad versus a cuándo se encuentra con la multitud; a quién decide sanar versus a quién no. Podemos seguir su ejemplo. 

El “No” es circunstancial 

Al aprender a decir que no, también es importante tener en cuenta las coyunturas en nuestra vida, que cambiarán con el tiempo. La forma en que administremos nuestro tiempo y capacidad se verá afectada por factores como la tarea de cuidar de otros, de nuestra salud física, de los recursos o de los grandes cambios en la vida. Necesitamos permitirnos la flexibilidad de replantearnos las cosas con regularidad y decidir si nuestro “No” sigue siendo saludable y apropiado. La autora Kate Bowler, que vive con un diagnóstico de cáncer, dice que para quienes viven con limitaciones, es “una bendición tener que aprender a decir “no”“. En una de sus bendiciones, ella escribe: “Que Dios te bendiga cuando pidas la ayuda que tan fácilmente das. / Que seas recibido con el mismo amor que siempre has derramado. / Que encuentres formas de dar todavía / que se ajusten a la cantidad de energía física o mental de que dispones hoy. / Ni más, ni menos. / Justo lo que es correcto por ahora”. Al decidir si debemos decir que no, podríamos preguntarnos: ¿Qué se ajusta a mis energías disponibles en este período de mi vida?

El “No” es hermoso

Para muchos de nosotros, cuando nos hemos armado de valor para decir que no, la otra parte se ha encontrado con una buena dosis de culpabilidad o transgresión. Podemos aprender a decir “No” de manera más efectiva aceptando la idea de que el “No” puede ser hermoso y nos honra tanto a nosotros mismos como a quienes lo reciben. En 2020, la empresa de té Pure Leaf creó la campaña “El No hermoso” para sus productos. La compañía dice “No” a agregar cualquier ingrediente que sea perjudicial, artificial o menos que ideal a sus productos. El No es una parte importante para mantener las cosas en su mejor momento, sin aditivos que distorsionen el sabor de la vida. Nuestro No protege la vida que queremos administrar bien.

  • La próxima vez que usted se enfrente a una decisión, trate de imaginarse los resultados de su Sí, y los resultados de su No. ¿Cómo podría desarrollarse la situación?

  • ¿Qué respuesta enmarca la situación para un resultado que honre tanto al Espíritu Santo como a sus propios valores?

  • Puede ser útil mirar hacia atrás y recordar un momento en que un No habría sido la opción más saludable y más amorosa para todos los involucrados.

El “No” es integridad

Una vez que decidimos establecer límites para administrar bien nuestras vidas, entender la hermosura de decir no, y replantear nuestras situaciones, estamos en una posición sólida para poner en práctica lo que hemos aprendido. ¿Qué se ve esto en el día a día? Santiago 5.12 nos muestra que cuando nuestro Sí es Sí, y nuestro No es No, eso es suficiente. No necesitamos hacer promesas elaboradas o poner múltiples excusas. Nuestras respuestas se basan en nuestra integridad y, como tales, se sostienen por sí solas. Cuando nos comprometemos a dar una respuesta y la cumplimos, eso es señal de madurez espiritual. Comunicar nuestro No con claridad es también una muestra de bondad tanto para nosotros mismos como para la otra parte involucrada. Y es importante recordar que somos responsables de lo que decimos, pero no de cómo se recibe la información. 

El “No” requiere práctica

Es posible que cuando esté preparado, le resulte incómodo decir “No”. Eso es normal: la mayoría de las cosas se sienten poco naturales o incómodas al principio. He aquí algunas sugerencias que le ayudarán a comenzar: 

  • Comience poco a poco. Empiece por decir “No” a las peticiones pequeñas en la medida que pueda, y con el tiempo le resultará más fácil determinar cuándo y cómo decir “No” a cosas más importantes.

  • Tenga a mano un banco de frases sencillas para decir “No” y practique usarlas. Considere utilizar los siguientes ejemplos: No, gracias. No en este momento. Gracias, pero no puedo.

  • Evite dar demasiadas explicaciones o comenzar con una disculpa. Esto debilita su No sin necesidad alguna, sobre todo cuando habla con niños.

  • Si usted se comunica en persona, mantenga el contacto visual y hable con claridad y calma. Esto ayuda a la otra persona a entender que su “No” va en serio y elimina la confusión.

  • Celebre su “No”. Cuando logre rechazar una petición pequeña, concédase una recompensa, como un té por la tarde que por lo regular no tomaría, o contar con satisfacción su logro a una persona amiga. Esto evitará que su “No” se sienta como una experiencia negativa.

  • Vuelva al método tradicional. Si se siente presionado para consultar su calendario digital y dar una respuesta inmediata, eso puede llevarle a dar un “Sí” apresurado. En vez de eso, intente usar un calendario de papel que tenga en casa, lo que le dará tiempo para tomar una decisión más meditada.

Valore su “Sí” 

Decir “No” nos permite ofrecer un “Sí” significativo a las personas, los proyectos y los planes que más importan. La autora y conferencista cristiana Lysa TerKeurst cita a Louie Giglio en su libro The Best Yes (El mejor sí): “Cada vez que usted dice “Sí” a algo, hay menos de usted para otra cosa. Asegúrese de que su “Sí” valga. Así que, cuando piense que algo puede valer su “Sí”, haga una pausa y realice un inventario:

  • ¿Qué siente su cuerpo al decir “Sí”? En otras palabras, ¿le da energía? ¿Le emociona? ¿Le produce nerviosismo o temor? Aunque las reacciones físicas por sí mismas no deberían determinar nuestro proceder, es importante que las tengamos en cuenta a la hora de tomar decisiones.

  • Considere sus motivaciones. ¿Diría que sí por obligación, presión, costumbre o miedo? ¿Por deseo? Fíjese si puede identificar con exactitud por qué quiere decir que sí.

  • Vuelva a sus valores. ¿Cuál de sus valores, ya sean los actuales o a los que aspira, apoya este sí?

  • Piense en el futuro. ¿Qué significaría un sí ahora mismo y qué significaría más adelante? Por ejemplo, el primer paso puede ser difícil, y los beneficios pueden no ser evidentes hasta mucho más tarde. ¿Puede avanzar sin dificultad en la espinosa fase intermedia hasta llegar a buen puerto?

El “Sí” difícil 

No todos nuestros síes van a ser oportunidades emocionantes. Algunos pueden requerir que nos aceptemos a nosotros mismos, a las situaciones y a otras personas tal como son, no como deseamos que sean. Y un “Sí” puede ser doloroso incluso cuando es la decisión correcta, como terminar una relación dañina, perdonar a alguien que nos hizo daño o regalar tiempo o recursos limitados.

En situaciones como estas, trate de dar su consentimiento activo a la presencia y la acción de Dios en su vida. Algunas tradiciones religiosas usan una Oración de Bienvenida como recurso para dar la bienvenida a todo lo que se nos presente. Si desea probarla, la Oración de Bienvenida consta de tres pasos:

  1. Observe sus sentimientos. ¿Cómo se siente en este preciso momento? ¿Tiene algo en mente?

  2. Dé la bienvenida a sus sentimientos. Esto no significa que estemos tolerando o apoyando emociones negativas. Dar la bienvenida es aceptar que sus sentimientos son reales y están presentes en su vida. Podría decir, por ejemplo: “Señor, tú ves mi ansiedad”.

  3. Déjela ir. Puede decir: “Señor, te entrego mi ansiedad”. 

Siga escuchando

No importa cuál sea su inclinación, ya sea que se apresure a decir “No” o que aproveche cada oportunidad para hacerlo, una vida equilibrada es una búsqueda que vale la pena. Y en esencia, tomar decisiones sabias consiste en una cosa: escuchar a Dios. Cuanto más practique escuchar la voz del Espíritu Santo, mayor será su capacidad para escucharle. En algunas temporadas, ese crecimiento será lento; en otras, podría acelerarse. Pero en todos nuestros intentos, la buena noticia es que, incluso cuando cometemos errores, Dios está ahí con nosotros. Y no nos reprende por hacer todo lo posible por obedecerle, aunque vacilemos. No tenga miedo. Su amor siempre le llevará adelante.

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