Saltar al contenido principal
Artículo Destacado

Cómo entrenar su espíritu

La vida diaria está llena de oportunidades para estar conscientes de Dios.

Tim Rhodes 29 de junio de 2022

Cuando alguien a su alrededor estornuda, ¿qué sucede? Usted dice: “Dios le bendiga”. ¿Qué quiere decir con eso? Si le pido a Dios que le bendiga, le estoy invitando a que intervenga en su vida de alguna manera para su beneficio. Así que, la próxima vez que diga “Dios le bendiga”, recuerde que está diciendo que quiere que Dios actúe en la vida de esa persona. 

—Charles F. Stanley, “Compartamos las bendiciones de Dios”

Ilustración por Adam Cruft

En la cultura anglosajona, decirle a alguien “Dios le bendiga” después de que estornude, se ha convertido, para muchos de nosotros, en un reflejo casi inconsciente: la necesidad de llenar el incómodo silencio que se produce tras un sonido abrupto y perturbador. El acto ha perdido su significado por completo para muchos. Pero, para cualquiera que preste atención a las cosas de Dios, es sorprendente relacionar todas las referencias a lo divino en circunstancias mundanas. Por ejemplo, la palabra inglesa “holiday” (día feriado) proviene de la combinación de “holy” (santo) y “day” (día), que denota un día importante de observancia litúrgica. Incluso la palabra “goodbye” (adiós) es la abreviatura de la frase “Dios sea con usted”.

Al igual que nuestra reacción entrenada a un estornudo, tal vez sea posible entrenar nuestro espíritu para orar con mayor preparación y frecuencia, hasta que la oración se convierta en una parte tan importante de nosotros que sea semejante a la respiración. 

En cierto modo, es frustrante que hayamos debilitado estas palabras al decirlas con tanta frecuencia y sin pensar. Al permitir que la repetición se convierta en un impulso automático y sin sentido, perdemos a la larga un momento para estar conscientes de Dios en nuestra rutina diaria, para conectarnos con nuestro amoroso Padre celestial, e incluso extender su amor a los demás como resultado.

Una manera en que podemos aprovechar al máximo estas oportunidades, ya sea respondiendo a un estornudo, despidiéndonos o participando en alguna otra costumbre, es haciendo uso de lo que se llama una “oración del corazón”, es decir, una porción corta y memorizada de la Sagrada Escritura, o una frase breve que devuelve el enfoque de nuestro corazón al Señor.

Los cristianos han utilizado estas oraciones desde los primeros días de la iglesia, y por una buena razón: Nos ayudan a mantenernos conscientes, e incluso comprometidos, con el Espíritu Santo en nuestra vida. Al igual que nuestra reacción entrenada a un estornudo, tal vez sea posible entrenar nuestro espíritu para orar con mayor preparación y frecuencia, hasta que la oración se convierta en una parte tan importante de nosotros que sea semejante a la respiración.

Aunque costumbres como decir “Dios le bendiga” son ahora en gran medida habituales, si somos conscientes de lo que decimos, incluso momentos como estos pueden servirnos como un recordatorio para detenernos y conectarnos con Dios y con las personas que estamos bendiciendo.

Más Artículos