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Artículo Destacado

Cómo lograr más de la Iglesia

Una guía de En Contacto para una mejor salud espiritual

Kayla Yiu and Personal de Ministerios En Contacto 21 de diciembre de 2023

Sin duda, hay creyentes que nunca han sentido la tentación de faltar a la iglesia o dejar de ir por completo. Pero muchos de nosotros hemos tenido la experiencia de caminar hacia el estacionamiento un domingo por la mañana y pensar, aunque sea solo de pasada: ¿En verdad sería gran cosa si no volviera nunca más?

Ilustraciones por Abbey Lossing

La verdad es que ir a la iglesia puede ser desalentador a veces. La mayoría de los creyentes, si no todos, conocen esa sensación de que algo malo va a suceder cuando el cuerpo de Cristo les ha decepcionado. Tal vez sea causado por un problema claro como un liderazgo deshonesto o comportamientos tóxicos en la comunidad. (Ese es un tema que discutiremos más adelante en esta serie). Pero, con más frecuencia, las causas de nuestra decepción son internas y más difíciles de identificar: una sensación general de insatisfacción o anhelo que se cierne sobre nosotros como una nube.

No importa si su idea de iglesia es la de un recinto lleno de bancos con música de órgano, un galpón oscurecido pulsando con luz y música, o una catedral cruciforme realzada por vidrieras y los sonidos de los cantos. La pregunta es: ¿Qué hace usted cuando los domingos por la mañana no cumplen con sus expectativas? Como sabe cualquiera que haya estado en una iglesia por un tiempo, ella no es perfecta. Y algo de igual importancia: tampoco lo son las personas que asisten a la misma, incluyéndonos a nosotros mismos.

Hemos elaborado esta guía para ayudarle a sacar más provecho de la iglesia, con la firme convicción de que la vida en el cuerpo de Cristo es una parte esencial de nuestra relación con el Padre celestial. Nuestro tiempo entre creyentes de carne y hueso, no solo su representación digital, es tanto el deseo del Señor para nosotros como su regalo. Queremos ayudarle a superar cualquier escollo que esté obstaculizando su experiencia de compartir la vida con el pueblo de Dios. Recibir la plenitud de ese regalo le equipará para seguir adelante y crecer durante el resto de su vida.

¿Cuál es el verdadero problema?

Aunque cada uno de nosotros tiene una experiencia personal y particular con la iglesia, como miembros de la sociedad moderna todos estamos influenciados por presiones y valores similares. Y es inevitable que esas influencias moldeen nuestra visión de la iglesia. He aquí algunas cosas que las personas a menudo esperan del cuerpo de Cristo, cosas que también podrían estar alterando su percepción de la iglesia:

  • Idealismo elevado o perfección. Sabiendo que somos “linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios” (1 Pedro 2.9), creemos que la iglesia debería ser moralmente más recta que el resto de la sociedad.

  • Excelencia y eficiencia. La ética protestante del trabajo no solo mejora las relaciones comerciales; pensamos que también debería influir en nuestros santuarios. Con Dios detrás de nuestros esfuerzos, creemos que la iglesia y sus iniciativas deben siempre esforzarse por ser eficientes, organizadas, de alta calidad e incluso estéticamente agradables.

  • Juicio. Porque “el SEÑOR es nuestro juez” (Isaías 33.22 NVI), vemos su iglesia como un tribunal. Dentro de sus paredes, nos pesamos y medimos para compararnos con nuestros hermanos para saber dónde estamos parados.

¿Alguna de estas ideas le suena familiar? ¿La ha esperado de su propia iglesia? Si bien tienen orígenes lógicos, estos ideales no reflejan con precisión qué es la iglesia o para qué está ella aquí.

¿Cómo podemos replantear nuestras expectativas?

Es natural tener expectativas equivocadas: son propias del hecho de ser humanos. Pero no tienen que enturbiar nuestra experiencia de la iglesia. Podemos replantearlas para reflejar lo que en verdad significa participar y disfrutar del cuerpo de Cristo.

La iglesia es para adorar. Ir a la iglesia tiene muchos beneficios, cosas como la amistad, la guía y la educación espiritual. Pero el propósito final de la iglesia es ayudarnos a adorar a Dios juntos. Esto es lo que Manuel Luz, autor de Honest Worship (La adoración sincera), dice sobre nuestro enfoque de la iglesia:

“Adoración” es una palabra grande y también pequeña. Puede significar la forma en que vivimos la totalidad de nuestras vidas en respuesta a los ritmos de la gracia de Dios. O puede referirse a la música que tiene lugar un domingo por la mañana. Pero en su esencia, la adoración es el pueblo de Dios invitado por el Espíritu Santo a la comunión del Hijo con el Padre celestial. En otras palabras, es la comunidad imperfecta de creyentes invitados a la comunidad perfecta de la Divinidad. Nos unimos a quienes nos rodean, a la iglesia en todo el mundo, a las huestes celestiales y a los santos a lo largo del tiempo. Juntos, entramos en la presencia de la comunión eterna de la Trinidad. Y lo hacemos con reverencia, gratitud y entrega. Se trata mucho menos de nosotros de lo que creemos.

Este es un gran cambio de paradigma. Mientras usted lo procesa, considere decir en oración algo como esto: Señor, haz que mis deseos de adoración se alineen con los tuyos.

Al pensar en la adoración de esta manera, ¿qué quiere usted experimentar más la próxima vez que entre a la iglesia?

La iglesia tiene defectos. Aunque esperamos que la iglesia sea un ejemplo de moralidad separada de la sociedad, está formada por personas imperfectas que pecan y cometen errores. Podemos esperar cierta cantidad de desacuerdos, ineficiencias, desenfoques y orgullo en nuestras congregaciones y relaciones. Y según el libro Life Together in Christ (La vida juntos en Cristo) de Ruth Haley Barton, aceptar esta verdad es fundamental para experimentar una comunidad real y transformadora:

Cuando nuestros sueños y nuestras convicciones sobre lo que pensamos que debería ser la iglesia chocan con la realidad de nuestras limitaciones humanas y la incapacidad de estar a la altura de las necesidades y expectativas de los demás, entonces y solo entonces estamos preparados para aceptar el hecho de que la comunidad cristiana no se trata de nosotros en absoluto. Se trata de la presencia transformadora de Cristo: de todo lo que Él hará en nosotros, a través de nosotros y por cada uno de nosotros.

¿Qué ve usted como deficiencias en su iglesia? ¿Qué tipos de fallas cree que aparecen incluso en iglesias sanas?

¿Qué errores ha cometido usted en el pasado? ¿Cómo impactaron a su congregación? ¿Cómo piensa de ellos ahora a la luz de lo que está aprendiendo?

La iglesia es un hospital. Es donde vamos para sanarnos, no para condenar, juzgarnos o avergonzarnos unos a otros. Podemos inclinarnos a convertir el santuario en un tribunal, pero es más acertado enfocar a la iglesia como un refugio para personas que están sufriendo a causa del pecado. Esto es lo que el Pastor Matt Woodley dice al respecto:

Mi padre era médico, mi hijo es médico, pero yo siempre había detestado los hospitales… hasta que me enfermé. Entonces necesité el hospital. En el hospital, está bien estar enfermo porque todos saben que uno necesita sanarse.

El Señor Jesús dijo que Él vino a sanar “a los enfermos” (Mateo 9.12). La iglesia es la comunidad de pacientes que se han puesto bajo el cuidado del Dr. Jesús. Algunos de nosotros estamos sangrando en una cama de emergencias. A veces necesitamos una cirugía a corazón abierto, o que el médico nos cure un hueso roto. Pero aquí está una faceta bíblica de la misión de la iglesia: nos reunimos en torno al Señor Jesús, el Gran Médico, mientras Él lentamente nos hace fuertes y saludables.

¿Cómo cambia esta descripción de lo que es la iglesia la percepción que usted tiene de sí mismo? ¿Y de sus hermanos y hermanas en Cristo?

¿Qué pecados le están causando dolor? Tome un momento para hablarle a Dios sobre su malestar.

¿Cómo puedo comenzar a pensar de manera diferente?

Muchas de nuestras decepciones con la iglesia no son únicas. De hecho, son críticas que todos hemos escuchado antes. La próxima vez que usted tenga uno de los siguientes pensamientos, piense en las preguntas a continuación y vea a dónde le llevan.

“Ese sermón no me sirvió de mucho”. 

Tome un momento para pensar en lo que esperaba recibir, ya sea consolación, instrucción, paz, convencimiento, orientación u otra cosa. ¿Qué tan importantes deberían ser sus expectativas, considerando el análisis más amplio sobre la adoración que estamos teniendo aquí?

  • ¿Se conectó con Dios en algún momento de su visita a la iglesia? Si es así, ¿cuándo? En caso contrario, ¿qué cree que lo impidió?

  • ¿Qué pasaría si la próxima vez su único objetivo para la iglesia fuera simplemente asistir a ella? Imagínese cómo se sentiría. Y recuerde: Dios nos encuentra donde estamos.

“No estoy de acuerdo con él/ella”. 

  • Tome un momento para identificar con precisión con qué no está de acuerdo. ¿Cómo le hace sentir eso: tenso, molesto, decepcionado?

  • Imagínese que escribe este desacuerdo en un papel, lo pone en un frasco y lo coloca en un estante. Es real, está ahí, pero no estorba.

  • ¿Cómo le ayuda esta visualización a ser más flexible e indulgente con sus hermanos y hermanas en Cristo?

  • Dios nos llama a todos al mismo propósito, pero no hay dos personas iguales. ¿Cuál podría ser un beneficio de las diferencias de opinión? ¿Qué principios cree que deberían ser no negociables en una iglesia y cuáles son susceptibles de discusión?

La verdad es que sacamos exactamente de la adoración lo que Dios espera, cuando dejamos que ella nos transforme en vez de exigir que se conforme a nuestras miopes y terrenales expectativas.

“¡Qué mañana tan ajetreada!”

  • Haga una lista mental de todo lo que hizo en la iglesia, desde actividades formales como dirigir un grupo de estudio hasta interacciones tan informales como una conversación.

  • ¿Se conectó con Dios en algún momento de su visita? Si fue así, ¿cuándo?

  • Si pudiera eliminar una cosa de su mañana en la iglesia, ¿cuál sería? ¿Es posible sustituir esa actividad el próximo domingo y en su lugar pasar unos minutos quieto en la presencia de Dios?

“Este simplemente no es mi estilo”.

  • ¿Ciertos elementos del servicio en la iglesia enriquecen su percepción de Dios? Dedique un tiempo para considerar en oración por qué es así, y prepare su corazón para enfocarse en ellos el domingo siguiente.

  • Examine también las cosas que le molestan. ¿Vale la pena el desenfoque que causan en su corazón cada semana? Hable sinceramente con el Señor sobre ellas. Nada de lo que le diga sorprenderá a Dios, y Él podrá ayudarle a poner en orden sus pensamientos sobre el asunto. 

Es normal que usted se sienta decepcionado de su iglesia de vez en cuando. Y aunque a veces eso significa que es hora de considerar otra congregación, la mayoría de las veces el descontento proviene de nuestras propias ideas equivocadas sobre lo que la iglesia debería ser y hacer por nosotros. Liberémonos de estas ideas y apreciemos el cuerpo de Cristo tal como es. Porque la verdad es que sacamos justo lo que Dios espera de la adoración cuando dejamos que ella nos transforme en vez de exigir que se conforme a nuestras miopes y terrenales expectativas.

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