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Cómo ocuparse de sus propios asuntos

Una guía de En Contacto para una mejor salud espiritual 

Hannah Anderson and Personal de Ministerios En Contacto 21 de febrero de 2024

A todos nos ha pasado. Usted está en internet mirando fotos de la boda de su primo o enviando mensajes a un amigo de la universidad; se desplaza a su actualización de información y ve un meme que le parece gracioso. Le gusta y le da a compartir. En cuestión de segundos, el novio de la sobrina de su vecina lo ha comentado. A él no le parece gracioso y le pregunta cómo se atreve a no preocuparse por los pobres y los que sufren en el mundo. Al principio, usted se sorprende. Pero luego siente por dentro y le responde. Con hechos. Y con datos. Y tal vez incluso con un versículo de la Biblia. Tres horas y 37 comentarios después, usted cierra la sesión con los ojos cansados y agitado.

Ilustración por Patrick Leger

A pesar de todas las formas positivas en las que la tecnología moderna conecta a la gente, también nos vincula de maneras más complicadas. Cuando las vidas personales y las opiniones se hacen públicas, personas que apenas nos conocen no tienen temor de decirnos lo que piensan. Y, con sinceridad, nosotros estamos tentados a hacer lo mismo. Puede ser bastante difícil seguir navegando en internet, en especial cuando alguien está tan equivocado. Sin embargo, como cristianos, estamos llamados a ser personas sabias de paz, representantes del reino de Dios. O, como lo expresa Pablo en 1 Tesalonicenses 4.11 (LBLA), que los cristianos deben procurar “vivir tranquilos” y “ocuparse de sus propios asuntos” como una forma de honrar el evangelio. Entonces, ¿cómo podemos manejar bien esto?

Aquí tiene una guía que hemos elaborado para ayudarle a navegar por las zonas grises de las interacciones en línea. Y para equiparle para esos momentos en los que se necesita un enfoque matizado y las respuestas claras no se presentan. Esperamos que estas sugerencias le ayuden a analizar y resolver las tensiones y a hablar de paz en un mundo –tanto cibernético como real–que necesita ser sanado con carácter de urgencia.

Ocúpese en realidad de sus asuntos

¿Se ha preguntado usted alguna vez por qué tantos sitios de redes sociales son gratuitos? Son “gratuitos” porque la participación de los usuarios les permite ganar dinero a través de la publicidad. Cuanto más tiempo pase usted conectado, más puede cobrar la plataforma a las empresas por mostrarle sus productos. Por lo tanto, tratan de mantenerle conectado pidiéndole su opinión, personalizando su actualización de noticias y dándole la oportunidad de comentar las publicaciones de otras personas.

Esto no significa que las redes sociales sean malas, pero es un buen recordatorio sobre el valor de nuestra atención. Nuestro tiempo es un regalo de Dios que debemos administrar bien, lo que incluye cómo lo usamos y en qué elegimos enfocarnos. Entonces, antes de lanzarse a esa conversación con el novio de la sobrina de su vecina, hágase algunas preguntas:

  • ¿Por qué esto me parece tan esencial en este momento?, ¿por qué está captando mi atención?
    Observe lo que está sucediendo dentro de usted, lo que está sintiendo y pensando. ¿Se siente ansioso o incómodo? ¿Siente la necesidad de defenderse? ¿Por qué?

  • ¿Hay algo fuera de mí que me está empujando a participar?
    Tal vez su respuesta no esté motivada a nivel interno. Es posible que se sienta presionado a responder porque la sociedad ha dicho que debería hacerlo. ¿Sentiría que sería descortés no responder? ¿Ha recibido el mensaje de que no hablar sobre este tema significa que no le importa? 

  • ¿De qué cosas buenas me perderé si no me enfoco en esto?
    Considere qué más está sucediendo en su vida en este momento. ¿Tiene tiempo para dedicarlo a esta conversación? ¿Hay alguna forma más productiva de involucrarse? ¿tan solo podría estar evitando hacer otras tareas más difíciles de realizar?

Por lo menos, asegúrese de hacer una pausa antes de responder. Investigaciones muestran que las situaciones cargadas a nivel emocional activan la amígdala, la parte de nuestro cerebro que actúa por instinto para mantenernos protegidos. Pero a medida que la sangre y el oxígeno fluyen hacia la amígdala, se alejan de la corteza prefrontal, la parte del cerebro que utilizamos para resolver problemas. Como resultado, nuestras respuestas se vuelven menos racionales y, si no tenemos cuidado, podemos acabar diciendo y haciendo cosas de las que más tarde nos arrepentimos.

Aprender la sencilla práctica de hacer una pausa antes de responder puede darle el espacio necesario para evaluar la situación e interrumpir el ciclo de involucramiento. Eso le dará la oportunidad de decidir si esta conversación es en realidad lo que usted quiere hacer en ese momento. Así que, antes de responder, aléjese un poco. Cuente hasta diez. Tómese un café. Ponga una carga de ropa en la lavadora. Llame a una persona amiga. O haga una oración sencilla como esta:

Amado Padre celestial, no sé qué hacer en este momento. Por favor, muéstrame en qué quieres que me enfoque, y concédeme la humildad para seguir tu dirección. En el nombre del Señor Jesús, amén.

Ocúpese de sus propios asuntos

En segundo lugar, averigüe de qué es responsable y de qué no lo es. Otro desafío de la tecnología moderna es que trae todos los problemas del mundo a su puerta. En el pasado, las noticias tardaban mucho en llegar de una comunidad a otra. Cuando los Padres Fundadores firmaron la Declaración de Independencia en Filadelfia, la noticia tardó dos días en llegar a Nueva York, dos semanas en circular por las colonias, y un mes entero para que Inglaterra se enterara. La lentitud de la información significaba que la atención de la gente estaba enfocada primero en sus propias familias, iglesias y vecindarios.

Pero hoy en día se puede leer sobre una inundación en Myanmar y al minuto siguiente, sobre un llamado local para donar útiles escolares. Esto puede ser abrumador, incluso paralizante. ¿Cómo saber qué problemas le corresponden a usted resolver? E incluso peor, puede parecer que se espera de usted que se involucre en todos al mismo tiempo. Entonces, ¿cómo puede decidir qué asuntos merecen su atención? ¿Qué cosas son asunto suyo?

El costo de la sobrecarga de información

Si usted alguna vez ha desconectado sus dispositivos y ha sentido una abrumadora sensación de agotamiento emocional y físico, es probable que esté experimentando algo llamado “fatiga por compasión”. El término se acuñó por primera vez en 1992 para describir el agotamiento extremo que sufrían los trabajadores de la salud, pero desde entonces se ha aplicado a la población en general, gracias al auge de las redes sociales y las noticias las 24 horas del día, los 7 días de la semana. Estamos tan inundados de negatividad y experiencias angustiosas que nos quedamos incapaces de sentir casi nada.

Esto es un problema por dos razones. En primer lugar, puede provocar muchos efectos físicos y mentales negativos. Según un artículo de Elisa Gabbert para The Guardian, los síntomas de la fatiga por compasión incluyen “[cambios] en el comportamiento (sobresalto con facilidad, una capacidad reducida para mantener la objetividad), cambios físicos (agotamiento, ansiedad y síntomas cardíacos) y cambios emocionales (insensibilidad, depresión, ‘disminución del sentido de propósito’)”. Y, en segundo lugar, cuando nos rendimos y nos cerramos, perdemos cualquier nivel de eficacia que poseamos. En vez de ofrecernos como voluntarios, hacer donativos o trabajar para crear conciencia en los demás, nos cerramos y acabamos sin hacer nada para aliviar el sufrimiento que estamos presenciando en tiempo real.

La manera más sencilla de reducir nuestro riesgo de fatiga por compasión es limitar nuestro consumo general de información: con solo 15 o 20 minutos al día, podemos obtener la información suficiente para ser ciudadanos bien informados del mundo. En lugar de perder el tiempo desplazándonos sin cesar por las redes sociales en busca de contenido relacionado con eventos negativos o catastróficos, podemos dar un buen uso a las energías desarrolladas a través de la educación. Para lograr un equilibrio más saludable en relación con la exposición en línea, pruebe lo siguiente:

  • Limítese a unas pocas fuentes confiables de noticias. Las fuentes tradicionales de noticias, como periódicos y revistas, tienen un código ético y por ley están obligadas a publicar información veraz. Otros sitios, como los creados por universidades, hospitales de investigación y otras instituciones que son la autoridad en un tema determinado, también son buenas opciones.

  • Suscríbase a boletines informativos. En vez de sumergirse en las profundidades de las redes sociales y perderse, considere la posibilidad de suscribirse a un correo electrónico o podcast diario. Recibir las noticias en un formato condensado es una forma de mantenerse informado sin sentirse abrumado.

  • Apague las pantallas al menos una hora antes de acostarse. Las investigaciones demuestran que la luz azul –la que emiten las pantallas–puede interferir en nuestro ciclo de sueño. Evitarla permite que los ritmos naturales de su cuerpo tomen el control por la noche. Otra razón por la que es una sabia decisión es esta: Si su mente está acelerada o si usted está ansioso por lo que está leyendo, será difícil lograr un sueño reparador.

  • Hágase un bien a sí mismo. Tome tiempo para cuidar de su mente y su cuerpo preparando y comiendo alimentos saludables. Asegúrese también de hacer ejercicio, pasar tiempo con amigos o dedicarse a un pasatiempo que le resulte satisfactorio. Después de todo, somos seres corporales y estamos hechos para vivir y prosperar en el mundo tangible.

  • Dedique tiempo a la oración (y también al silencio). Elegir estar en presencia de Dios es siempre la mejor decisión. Pídale guía y paz, y también ayuda para pensar en (y hacer realidad) “todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre” (Filipenses 4.8).

  • Comience por pensar en términos de cercanía. Pregúntese: ¿Qué necesidades están cerca de mí, ya sea por relación o por geografía? ¿En cuáles necesidades puedo de hecho participar para satisfacerlas? Esto no significa que no le importen otras causas. Pero sí significa que usted está equipado de manera única para servir a determinadas personas y en ciertos lugares. Nadie más puede reemplazar su influencia en su familia, iglesia local o vecindario. Así que empiece por ahí.

  • Preste atención a cómo se alinean con las necesidades que encuentre, los dones y los recursos que Dios le ha dado. ¿Tiene dinero extra para cubrir una necesidad económica? ¿Tiene alguna habilidad específica, como diseño gráfico, con la que pudiera ayudar? ¿Conoce a alguien más que pudiera colaborar y ayudar?

Prestar atención a nuestros dones y recursos también nos ayuda a reconocer qué cosas no son responsabilidad nuestra. Por ejemplo, si en este momento usted está luchando con una enfermedad que le mantiene en casa, es probable que no esté llamado a servir como voluntario en la despensa comunitaria de alimentos, pero es posible que esté llamado a orar o a escribir notas de ánimo a quienes sí están sirviendo. Después de todo, no estamos llamados a estar involucrados en todas las causas. Sí, todos debemos estar involucrados en lo que Dios nos da para hacer. Pero algunos plantamos, otros regamos y otros cosechamos. Es esencial discernir cuál es nuestro papel en estas circunstancias.

Recuerde que el objetivo es utilizar su tiempo y su atención de maneras positivas. Uno de los mayores riesgos de involucrarnos demasiado en los asuntos de los demás es que podemos perder de vista los nuestros. Si pasamos todo nuestro tiempo preocupándonos por cómo otra persona está equivocada, perderemos oportunidades para nuestro crecimiento. Y si nos enfocamos en rastrear problemas que hay en el otro lado del mundo, podríamos no ver los que tenemos en nuestra propia casa.

Pero ser proactivo no siempre significa sobrecargarse de exigencias o estar ocupado por el simple hecho de estar ocupado. De hecho, en el mundo hiperconectado de hoy, buscar de forma proactiva un buen trabajo podría significar desconectarse por un tiempo. Puede significar alejarse de todo el ruido y el cotorreo para que usted pueda tranquilizar su mente y enfocarse en lo que en realidad importa. Puede darse permiso a sí mismo para “desconectarse” durante ciertas horas o incluso un día a la semana. No se preocupe. Ese artículo seguirá ahí mañana y, a menos que sea una emergencia, el correo electrónico o el mensaje de texto pueden esperar.

Si no le resulta fácil desconectarse de su teléfono celular, considere la posibilidad de un “teléfono básico”, un dispositivo simplificado que le permite estar en contacto con la gente pero que tiene una capacidad en línea limitada. Otra posibilidad es esta: Algunas personas han encontrado útil la práctica de comprometerse con “la Palabra antes que con el mundo”, comenzando (y tal vez terminando) el día con la oración y la lectura de las Sagradas Escrituras antes de involucrarse en los asuntos de la vida. Sea cual fuere la solución que funcione para usted, el objetivo es crear espacio para la buena “obra” del día de reposo y descanso, la intimidad y el tiempo pasado con Dios. De ese modo, cuando al final salga renovado de su descanso, podrá enfrentar al mundo de manera diferente. Y estará preparado para hacer el trabajo que Dios le ha dado —solo a usted —para hacer.

Es difícil “ocuparnos de nuestros propios asuntos” en un mundo que sin cesar compite por su atención, le anima a agitarse y le invita a opinar sobre la vida de otras personas. Mucho está en contra suya, y aprender a operar en esta nueva realidad requiere humildad y la sabiduría que da Dios. Como dice la famosa oración, significará pedirle la fuerza para aceptar las cosas que usted no puede cambiar, el valor para cambiar las que sí puede, y la sabiduría para conocer la diferencia.

Con atención cuidadosa y, lo que es más importante, con la ayuda de Dios, podemos aprender a navegar por una variedad de espacios en línea con un corazón tranquilo y una mente clara, y cuidar nuestro pequeño rincón de la tierra con sabiduría y gracia.

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