¿Qué tan bien conoce al Señor Jesús? Si usted es una persona cristiana, sabe que Él es su Salvador y el Hijo de Dios. ¿Pero qué pasaría si usted escribiera todo lo que entiende sobre Él? ¿Sería capaz de llenar las dos caras de siquiera una sola hoja de papel? Convertirse en creyente es sencillo: solo tenemos que creer que Él murió para pagar el castigo por nuestros pecados, y luego pedirle que nos perdone. Pero no podemos detenernos ahí. Después de la salvación, tenemos la responsabilidad de continuar creciendo en nuestro conocimiento de Cristo.
He aquí una prueba para comprobar si es así: ¿Está ansioso o preocupado por algo? ¿Se ha desanimado debido a una situación que parece desesperante? Si respondió de forma afirmativa a cualquiera de estas preguntas, es posible que necesite ampliar su comprensión de quién es en realidad Jesucristo. La mayoría de las cosas que nos preocupan son el resultado de una percepción limitada del Salvador. Él es mucho más grande de lo que podemos entender, y ninguna de nuestras circunstancias está más allá de su capacidad de manejarla.

Pablo escribió una carta a los colosenses, que estaban empezando a dudar de que el Señor Jesús fuera suficiente. Después de escuchar a falsos maestros, se convencieron de que necesitaban algo más. Pero la descripción que hace Pablo de Cristo en Colosenses 1.15-20 refutó este concepto erróneo con una imagen asombrosa de la suficiencia y la grandeza del Salvador. En este breve pasaje, Pablo utiliza las palabras todo/toda/todas siete veces para mostrar que el Señor Jesús es supremo en poder y sabiduría.
EL CREADOR Y SUSTENTADOR
El versículo 16 nos dice: “Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles”. Juan 1.3 dice que nada llegó a existir aparte del Señor Jesús, por lo que podemos estar seguros de que Él no comenzó con alguna forma de materia y la utilizó para hacer todo lo que llena el universo. Hebreos 11.3 (DHH) explica cómo lo hizo: “Dios formó los mundos mediante su palabra, de modo que lo que ahora vemos fue hecho de cosas que no podían verse”. La Palabra de Cristo creó todo lo que existe, y su energía no se agotó de ninguna manera. Siguió siendo omnipotente después de haber terminado porque el Señor Jesús es el mismo ayer, hoy y siempre.
El primer capítulo de Génesis describe cómo el Señor dijo: “Sea... antes de que cada elemento del cielo y de la Tierra llegara a existir. Y debido a los pronombres plurales utilizados en Génesis 1.26 —“Hagamos al hombre a nuestra imagen” (énfasis añadido)— también sabemos que los tres miembros de la Trinidad estuvieron involucrados en el proceso. Desde las complejidades de un solo átomo hasta la enorme extensión del universo, todo llegó a existir por mandato de Cristo. Este es el asombroso poder del Hijo de Dios.
Para vislumbrar la obra de nuestro gran Salvador, solo tenemos que levantar los ojos al cielo en una noche oscura y despejada. Con demasiada frecuencia, pasamos el tiempo encerrados en casa, preocupados por los asuntos terrenales. Solemos estar tan ocupados yendo de un lado para otro que no nos detenemos a maravillarnos ante el grandioso despliegue nocturno de Cristo.
Desde las complejidades de un solo átomo hasta la enorme extensión del universo, todo llegó a existir por mandato de Cristo. Este es el asombroso poder del Hijo de Dios.
Es por eso que me encanta estar en el desierto, donde no hay luces artificiales ni sonidos. Al anochecer, veo que las estrellas comienzan a aparecer. Al principio solo se ven unas pocas, pero poco a poco la oscuridad se llena de incontables puntos brillantes. ¿Sabía usted que la luz de las estrellas recorre 300.000 kilómetros por segundo para llegar hasta nosotros? Eso supone más de 25.000 millones de kilómetros en un solo día. Y desde nuestra perspectiva terrestre, apenas podemos ver una fracción de las estrellas del universo. Se calcula que hay unas 100 mil millones de galaxias, y la más cercana a la nuestra está a la asombrosa distancia de 25.000 años luz.
No hay manera de que una mente humana pueda captar la enormidad de un universo tan vasto e inescrutable, pero Cristo sabe con exactitud dónde está cada estrella porque Él colgó cada una de ellas en el espacio y las sostiene a todas en el hueco de su mano. El universo se mueve según el orden preciso de Él: “Él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten” (Colosenses 1.17). El Hijo de Dios mantiene la órbita de la Tierra alrededor del Sol, y la mantiene girando sobre su eje en el ángulo y la velocidad correctos para sustentar la vida. Todo lo que Cristo creó está bajo su soberano, omnipotente y omnipresente control.
UN NUEVO ESPÍRITU
Considerando cuán vasta e inconmensurable es la creación de Dios, con humildad podemos estar de acuerdo con las palabras de David en el Salmo 8.3, 4: “Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste, digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria?”. Piense por un momento en el poder, la gloria y la majestad del Hijo de Dios, que están mucho más allá de nuestra comprensión. ¿Cómo pudo alguien como Él condescender a venir a la Tierra como un bebé indefenso y ser crucificado para reconciliar a los seres humanos con el Padre? Sin embargo, eso fue justo lo que Él hizo (Colosenses 1.20).
La paz y la confianza llegan cuando nos damos cuenta de que Él es quien nos tiene en su eterno abrigo y nunca nos soltará.
Aunque el universo es una magnífica manifestación de la supremacía de Cristo, hay otro aspecto de su poder creativo que afecta en lo personal a cada creyente. En el momento en el que alguien pone su confianza en Cristo, Él entra en la vida de esa persona y recrea su espíritu. Antes de la salvación, estábamos muertos a nivel espiritual, pero ahora tenemos la vida misma del Señor Jesús a través del Espíritu Santo que mora en nosotros. Esto significa que somos los poseedores de su ser eterno e indestructible.
Es más, el apóstol Pablo dice en 1 Corintios 2.16 que se nos ha dado la mente de Cristo. Eso significa que ahora podemos entender lo que Él nos ha revelado a través de su Palabra, su Espíritu y su creación. Un resultado de nuestra nueva vida en Cristo es que podemos comprender las verdades espirituales de la Biblia a medida que su Espíritu nos enseña. Y profundizar en su Palabra nos ayuda a descubrir quién es Cristo en realidad: entonces vemos la evidencia de su poder y la huella de su mano en todas partes.
Cada aspecto de la creación es un ejemplo más de cuán grande e infinito es Cristo. Si Él puede colgar las estrellas en el espacio y mantener los océanos dentro de sus límites, ¿no puede ocuparse de nuestros problemas? Estamos seguros en sus manos, pero a veces actuamos como si tuviéramos que luchar para que no nos dejara caer. La paz y la confianza llegan cuando nos damos cuenta de que Él es quien nos tiene en su eterno abrigo y nunca nos soltará.
Nadie es más suficiente, poderoso o amoroso que su poderoso y majestuoso Salvador. El Señor Jesús tiene todo el poder creativo y sustentador para manejar lo que sea que esté usted enfrentando. Él quiere que deje de preocuparse, así que haga esa lista de todo lo que sabe sobre Él. Lea cada una de esas verdades y descanse, sabiendo que Él cuida de usted y suplirá todas sus necesidades de acuerdo con su buena voluntad.