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La fe crece en los espacios abiertos

Agarre sus zapatos y su protector solar. Hay más de Dios para experimentar.

Matt Woodley 25 de junio de 2023

Hace unos quince años tuve un pensamiento impactante que transformó mi forma de orar y leer las Sagradas Escrituras. Sucedió al final de un partido de softbol de la liga de la iglesia, durante el momento de oración posterior al partido, cuando le agradecíamos a Dios que nadie se había lastimado, que todos se divirtieron y que habíamos derrotado al otro equipo en generosidad y humildad. Justo cuando el hombre que dirigía las oraciones dijo: "Cierren los ojos e inclinen la cabeza para orar", me di cuenta de la belleza de la creación que me rodeaba: hermosas flores rojas, robles majestuosos, el canto de las aves, el olor a hierba recién cortada. Durante dos horas habíamos jugado softbol inmersos en la bondadosa creación de Dios, pero inconscientes de ella. Así que en ese momento tenía que mantener los ojos bien abiertos. 

Ilustración por Adam Cruft

Entonces me di cuenta: En ciertos momentos y lugares, quizás Dios quiere que oremos con los ojos, los oídos y la nariz abiertos a las maravillas de su creación. Después de todo, Él declaró que su creación era "buena en gran manera" (Génesis 1.31), así que tal vez esa atención sea también buena en gran manera para leer, estudiar y adentrarse en la realidad de la Biblia.

¿Se ha preguntado usted alguna vez, por ejemplo, cuánta de la acción y de la trama de la Biblia ocurre en el exterior, no en una edificación, sino en un espacio abierto, con el cielo, los árboles, los ríos, las aves y las estrellas de Dios? Wendell Berry, un famoso escritor y agricultor de Kentucky, afirma que la Biblia es en su mayor parte un "libro hypaethral", es decir, sin techo o abierto al cielo. Berry concluye diciendo: "[La Biblia] se lee y se entiende mejor en un espacio abierto".

Muchos de los "grandes acontecimientos" de las Sagradas Escrituras ocurren sin un techo. Para empezar, la creación del mundo por parte de Dios tuvo lugar en el exterior (ya que el "interior" no existía antes de la creación). El llamamiento a Abraham ocurrió afuera: "Y [el Señor] lo llevó fuera". (Véase Génesis 15.5) Lo mismo ocurrió con el éxodo y el viaje a la tierra prometida; muchos de los Salmos (en especial los Salmos 8, 19, 24, 46, 65, 96, 104 y 146-150); la crucifixión, resurrección y ascensión del Señor Jesús; los viajes misioneros del apóstol Pablo; y las visiones descritas en Apocalipsis.

Quizás Dios quiere que oremos con los ojos, los oídos y la nariz abiertos a las maravillas de su creación.

Por supuesto, el Señor Jesús pasó mucho tiempo en el interior, pero observemos este breve resumen de su actividad en espacios abiertos en los primeros capítulos del evangelio de Marcos: 

El Señor usaba con frecuencia ilustraciones sobre cosas terrenales y al aire libre: un agricultor arrojando semillas, aves anidando en las ramas de un árbol de mostaza, una tormenta peligrosa destruyendo una casa.

Berry da en el clavo. “Pasajes que dentro de unas paredes parecen improbables o increíbles", escribe, "al aire libre parecen naturales". Esto se debe a que al aire libre nos enfrentamos en todas partes con maravillas; vemos que lo milagroso no es extraordinario, sino el modo común de existencia. Es el pan nuestro de cada día".

No me malinterprete. A mí también me encanta estar dentro. Mi iglesia se congrega en la actualidad en un edificio restaurado de una fábrica de plásticos, y semana tras semana me encuentro con Dios en ese lugar. La adoración congregacional, las ricas palabras de la liturgia, la predicación de la Palabra de Dios, la Cena del Señor, los abrazos, las sonrisas y los apretones de manos, la oportunidad de dar la bienvenida a personas nuevas... eso no lo puedo hacerlo solo por mí mismo "en la naturaleza". Además, ¡sería difícil celebrar el culto al aire libre cerca de Chicago en enero!

"Al aire libre nos enfrentamos en todas partes con maravillas; vemos que lo milagroso no es extraordinario, sino el modo común de existencia. Es el pan nuestro de cada día". 

Pero aun así, hay algo especial en leer la Sagrada Escritura y orar en espacios abiertos. He aquí algunas maneras sencillas de incorporar algunas experiencias al aire libre en sus momentos devocionales.

  1. Encuentre un parque o una reserva natural. En los suburbios de mi condado hay "23.000 acres de bosques, humedales y praderas", y la gente rara vez los utiliza. O halle un parque más pequeño cerca de usted. Incluso las ciudades llenas de gente suelen tener algunos parques o bancos básicos y tranquilos.  

  2. Para deleitarse con la creación de Dios, tome lo que Anthony Bloom llama "migajas de tiempo perdido": una puesta de sol, una luna llena, algunas estrellas, un ave cantando en un árbol, unas hojas brillando al sol. Haga una pausa, respire profundo y dé gracias a Dios por la belleza y su bondad. 

  3. Haga un refugio al aire libre en casa. Yo vivo en un vecindario de bajos ingresos, así que tuve que repensar mi jardín con mayor creatividad. Compré una mesa de patio de segunda mano, un trozo de césped artificial para cubrir mi losa deformada de concreto, y una silla de exteriores. Si el clima lo permite, tomo mi taza de café y oro al aire libre en este nuevo ambiente más tranquilo del patio trasero. 

  4. Si los tres primeros elementos de esta lista no funcionan, al menos traiga al interior algo de la creación de Dios. Compre algunas plantas bonitas o flores cortadas. Abra las ventanas y deje que entre la brisa fresca.

No es necesario visitar los Alpes suizos. Basta con lugares comunes. Para ampliar las ideas de Wendell Berry: "En los espacios abiertos nos encontramos en todas partes con maravillas" de la mano buena y misericordiosa de Dios.

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