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La sanidad del creyente

Dios puede restaurarnos de las maneras que Él quiera.

Kayla Yiu 1 de noviembre de 2021

Lo más sabio es buscar la ayuda de Dios. Solo Él puede ayudarnos en todas las situaciones y circunstancias. ¿No es solo Él quien puede sanarnos? ¿No es solo Él quien puede proveer para nosotros cuando nadie más conoce nuestra necesidad? Solo Él puede darnos dirección para nuestra vida, con absoluta certeza.

 —Charles F. Stanley, “Cuando escapamos de una situación agobiante”. 

 

Ilustración por Adam Cruft

La palabra solo parece mezquina, ¿no es verdad? Cuando escuchamos que solo Dios es quien puede ayudarnos en última instancia, podemos sentirnos tentados a pensar que es imposible recibir ayuda de otros seres humanos. ¿Qué de los médicos y sus medicinas, de los maestros y sus lecciones, de los consejeros, de los amigos? Si imaginamos a Dios acaparando poder, repartiendo las cosas a su antojo mientras nosotros nos cruzamos de brazos, indefensos, malinterpretamos quién es Dios. Hasta cierto punto, "solo" es cierto, ya que todo lo que vive y respira está bajo su control soberano. Pero el problema con esta idea es que sugiere que las bendiciones del Señor son escasas, cuando cada cosa que sabemos de Él nos dice lo contrario: que su generosidad y abundancia son infinitas (Salmo 16.11; Salmo 23.5, 6; Efesios 3.20; Filipenses 4.19; Juan 3.16). En vez de eso, puede ser más exacto decir: Si solo Dios sana, entonces cualquier sanidad en nuestra vida es obra suya.

Si solo Dios sana, entonces cualquier sanidad en nuestra vida es obra suya. 

Hubo un tiempo en el que esperaba que la restauración de Dios viniera de primera mano de Él de alguna manera inexplicable, que solo podía atribuirse a una intervención sobrenatural manifiesta. Pero si eso es cierto, no puedo decir que yo lo haya experimentado alguna vez. En cambio, cualquier sanidad y sensación de bienestar que he encontrado, ha venido en forma de aliento de amigos queridos, de apoyo de mi consejero, o de orientación de los médicos.

No hay límite para las maneras en las que Dios puede ejercer su poder en nuestra vida, y cualquier sanidad que recibimos por medio de las personas que nos rodean, no está contaminada o diluida, como podríamos sentirnos tentados a pensar. Por el contrario, es una prueba de que Dios actúa con fidelidad, como siempre lo ha hecho, a través de personas, instituciones, e incluso de tecnologías y naciones –todas ellas falibles. Después de todo, ¿quién soy yo para decidir cómo son sus remedios? Dios puede ser el único capaz de curar, y la variedad de formas que Él elige para hacerlo está orquestada de una manera hermosa y perfecta.

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