Si usted es un creyente en Jesucristo, entonces su vida representa un alejamiento radical de nuestra cultura, lo que crea tensión entre lo que la gente espera de usted y lo que Dios espera. Puede sentir este conflicto en su trabajo, sus relaciones, e incluso en la iglesia con otros creyentes. Pero preocuparse demasiado por lo que los demás piensen de nosotros es peligroso: puede comprometer nuestra comunión con el Señor y, como resultado, frenar nuestro crecimiento en Él. ¿Cómo podemos manejar estas expectativas? Hoy tenemos un correo electrónico que pregunta:
Quiero que mi vida sea agradable a Dios. Pero tengo tanto miedo de decepcionar a las personas, que me preocupo más por complacerlas. ¿Cómo puedo dejar de buscar la aprobación de los demás?

La gente cambia de opinión todo el tiempo: es posible que usted hoy le agrade a alguien, y mañana no. En muchas relaciones, las personas acaban distanciándose, ¿y luego qué? Ha dedicado un tiempo valioso tratando de complacerles de maneras en las que quizás ni siquiera recuerden. Entonces usted se queda en un camino labrado con base en los valores de ellos en lugar de los valores de Dios. No tenemos ninguna obligación de complacer a todo el mundo. En vez de eso, nuestra meta es ser obedientes al Señor, y agradarle y honrarle.
Piense en las personas de la Biblia que sirvieron a Dios. Noé, Abraham, Josué, Ester, María, Pedro: todos ellos hicieron cosas poco ortodoxas, que por supuesto no ganaron la aprobación de los demás. Su obediencia tuvo un costo, pero se convirtieron en influencias cruciales en el reino de Dios. Proverbios 4.23 dice: “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida”, y eso fue lo que ellos hicieron.
Entonces, ¿cómo podemos seguir los pasos de estas mujeres y de estos hombres bíblicos, y dejar de lado las expectativas de los demás? Recordándonos la actitud de Dios hacia nosotros. El Salmo 25.4, 5 dice: “Muéstrame, oh Jehová, tus caminos; enséñame tus sendas. Encamínameen tu verdad, y enséñame, porque tú eres el Dios de mi salvación”. Necesitamos leer la Palabra de Dios y empaparnos de lo que Él piensa de nosotros. Dios le ama; Él murió por usted; se preocupa por usted; suple sus necesidades, y le sostiene. Dios es su amigo.
Las personas cambiarán siempre, pero el Señor nunca cambia. Usted no puede siempre hacer felices a los demás, pero Dios le ama tal como es. Recuerde que usted es un hijo de Dios. Tiene su aprobación, suficiente aprobación para toda su vida. Confíe en Él. Obedézcalo. Viva a plenitud en la libertad que su amor hace posible.
Nota del editor: Esta sesión de preguntas y respuestas fue adaptada de una transmisión archivada de En Contacto con el Dr. Charles Stanley.