Es solo mediante la vida, la muerte y la resurrección de Jesucristo que podemos ser perdonados de nuestros pecados y unidos con el Padre. Este es un regalo de Dios, algo que no merecemos ni podemos ganar. Este regalo debe inspirarnos a servir siempre al Señor. Pero ¿qué sucede cuando una persona recibe la salvación y vive después prácticamente como todos los demás? Nuestras obras no pueden salvarnos, pero ¿qué dicen ellas de nosotros? El correo electrónico de hoy aborda esta cuestión:
¿Cómo puede una persona recibir la salvación, recaer en una vida de pecado, y aún así ser salva por toda la eternidad?

Esta es la promesa del Señor Jesús: Una vez que usted confía en Él como su Salvador personal, Él dice: “Yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano” (Juan 10.28). No, si…; no, pero…; no, cuándo... Nunca.
Si una persona ha recibido la salvación en Cristo, la Biblia dice que “se ha convertido en una persona nueva. La vida antigua ha pasado; ¡una nueva vida ha comenzado!” (2 Corintios 5.17 Nueva Traducción Viviente). En su conversación con Nicodemo, el Señor Jesús lo describió de esta manera: “A menos que nazcas de nuevo,no puedes ver el reino de Dios” (Juan 3.3; énfasis añadido). ¿Por qué utilizó Él ese término? Porque una vez que usted nace, nace. No puede no nacer; y de la misma manera, si es ya es salvo, no puede ser no salvo.
La razón por la que no podemos perder nuestra salvación es porque, para empezar, no nos la ganamos. No somos salvos porque lo merezcamos, y no permanecemos salvos porque lo merezcamos. La Biblia dice: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2.8, 9). Si usted ha recibido la salvación en el Señor, pero vuelve a una vida de pecado, su nueva naturaleza no ha cambiado. La salvación es una experiencia presente y eterna.
La razón por la que no podemos perder nuestra salvación es porque, para empezar, no nos la ganamos.
Entonces, ¿qué sucede cuando los cristianos vuelven a una vida de pecado? Su conciencia de la presencia de Dios parece desaparecer. Se sienten indignos y separados de Él. Hay un agudo sentimiento de culpa, vergüenza, miedo y vacío. Los creyentes que abrazan el pecado desperdiciarán ricas oportunidades. Perderán no solo del plan y las bendiciones de Dios en esta vida, sino también las recompensas en el cielo. (Véase 1 Corintios 3). Note que hay una diferencia entre perder su salvación y perder todas las cosas que acabo de mencionar. El Señor Jesús nunca prometió que los creyentes no sufrirían.
Entonces, ¿puede una persona salva por la gracia de Dios, caer de nuevo en el pecado, y aun así ir al cielo? Sí. Pero es un viaje muy caro. Usted pierde y pierde y pierde; no existe eso de “salirse con la suya” con el pecado. Por el hecho de la perdida eterna, no de su salvación sino de su recompensa celestial, alejarse de Dios es una experiencia costosa.
Créame, todo lo que no sea una vida sometida a Dios es una pérdida de tiempo, algo que verá al final, si es que no lo ve de inmediato. Sea lo que sea que le esté manteniendo a distancia, pídale al Señor que le ayude a dejarlo. Cuando camina con Él, la vida que usted siempre quiso está mucho más cerca de lo que piensa.
Nota del editor: Esta sesión de preguntas y respuestas fue adaptada de una transmisión archivada de En Contacto con el Dr. Charles Stanley.