Darrin Gaudreau está convencido de que los exreclusos necesitan una segunda oportunidad. “A veces incluso una tercera o cuarta oportunidad para comenzar de nuevo”, afirma. Como capellán en Peterborough, Ontario, Gaudreau ha dedicado su vida a ayudar a hombres a hacer la transición del sistema penitenciario federal a la comunidad local.
Fotografía por Ian Willms
Pero eso no es fácil. La cárcel envejece a sus residentes, las familias se alejan y comienza la desesperanza. Sin embargo, Gaudreau entra en el quebranto de esos hombres. Aunque él es compasivo, sigue siendo realista, siempre consciente de que algunas personas no querrán cambiar.
Para funcionar bien y mejorar, los hombres necesitan paciencia, tiempo y amor. Como dice Gaudreau: “Sea un amigo. Hágase amigo. Y lleve a ese amigo a una relación con Cristo”.
Durante 35 años de ministerio, Gaudreau ha visto la importancia de darse cuenta de que no hay dos personas iguales. “Todos tenemos nuestra propia historia, nuestras propias experiencias”, afirma.
Cuando las circunstancias se vuelven difíciles, Gaudreau les recuerda a los hombres: “Has trabajado duro para conseguir tu libertad. Tu vida tiene valor. Eres importante para nuestra comunidad, sin importar lo que hayas hecho”.
Con Cristo, Gaudreau nunca está solo. Tampoco está lejos de la red de amigos comprometidos con su misión. Y vidas —como la de Cecil— están cambiando para la eternidad. Cecil salió de la cárcel atormentado por la culpa del asesinato que había cometido 20 años atrás. Durante 6 años, Gaudreau fue un hermano para Cecil: lo escuchaba, le hablaba de Cristo, y le ofrecía esperanza.
