A nadie le gusta ser criticado. A menudo la crítica no es solicitada y rara vez es divertida. Sin embargo, Dios puede sonar severo en el peor momento, y aún así decirnos algo que necesitamos escuchar.
Por eso es sabio prestar atención cuando la gente nos juzgue negativamente. Pedida o no, la crítica nos da la oportunidad de examinarnos, tomar nota de las áreas débiles y evitar errores innecesarios. Si no escuchamos, nuestro potencial para el crecimiento mental, emocional y espiritual se verá limitado (Pr 15.31).
Aunque no todas las opiniones son válidas, es importante evaluar la crítica de la manera correcta. Primero, no rechace de inmediato el comentario ni se defienda. Por el contrario, considere lo que se dijo y pregúntele a Dios si está tratando de decirle algo. Luego, agradezca a la persona el interés en su crecimiento y reflexione sobre la observación. Después, evalúe la crítica y determine qué es lo que está bajo escrutinio: ¿sus creencias, su carácter o su comportamiento? Por último, vea esto como una oportunidad de crecer y, si es necesario, pida disculpas a quien haya ofendido.
Cristo murió en la cruz por nosotros, así que tenemos la seguridad de su aceptación. Al recordarlo, la desaprobación de los demás nos parecerá menos importante y dolorosa.
Biblia en un año: JEREMÍAS 4-5