Un hombre rico se acercó al Señor Jesús y le preguntó: “¿Qué haré para heredar la vida eterna?” (Mr 10.17 NVI). Su creencia equivocada era que la vida eterna se podía ganar. Pero cuando el Señor lo desafió a renunciar a sus riquezas, se alejó. Ese mandato no era el camino para lograr la vida eterna, pero reveló la verdadera condición de su corazón engañado.
Satanás promueve continuamente la falsa idea de que podemos hacernos aceptables a los ojos de Dios. Al igual que el joven rico, muchos hoy creen que el Señor los aceptará porque han hecho buenas obras. Al pensar de esta manera, han establecido su propio estándar de aceptabilidad al mismo tiempo que ignoran el único estándar que importa: el de Dios.
A los discípulos les sorprendió que entrar en el reino de Dios fuera difícil incluso para los ricos. Preguntaron: “¿Quién, pues, podrá ser salvo?”. Y el Señor Jesús respondió: “Para los hombres es imposible, mas para Dios, no; porque todas las cosas son posibles para Dios” (Marcos 10.26, 27).
Toda persona nace siendo pecadora y digna de la condenación eterna, y nada de lo que hagamos pagará nuestra deuda de pecado. Solo por medio de la fe en Cristo, que murió en nuestro lugar, podemos ser hechos aceptables a Dios. Considere qué asombrosa bendición es que, por medio de Él, nuestros pecados son perdonados y recibimos vida eterna.
Biblia en un año: 1 Timoteo 1-3