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Fotografía por Charles F. Stanley.
Meditación diaria

El llamado de Dios al arrepentimiento genuino

Cuando el deseo de nuestro corazón es agradar a nuestro Padre celestial, es cuando experimentamos sanidad.

6 de marzo de 2023

2 Corintios 7.8-11

En la cocina hay un tarro lleno de galletas, y Carlitos, de 6 años, está decidido a tomar una. Cuando su madre entra, lo encuentra, con un brazo todavía en el tarro, masticando con rapidez. Lo primero que él dice es: “Lo lamento”. Es obvio que lamenta que lo hayan pillado, y no está contento con el castigo que pudiera recibir, pero quizás no esté arrepentido de haberse comido las galletas.

Los creyentes a veces enfocamos la confesión y el arrepentimiento de la misma manera. El dolor suele acompañar la admisión de culpa, y los sentimientos de vergüenza y remordimiento son etiquetados como arrepentimiento. Sin embargo, con frecuencia nuestro arrepentimiento es superficial. Estamos tristes por las consecuencias de nuestros actos y disgustados por no haber estado a la altura de nuestros propios estándares de buen comportamiento. Pero el arrepentimiento genuino va más allá del autorreproche; implica un sentimiento de dolor por haber agraviado a Dios al pecar contra Él.

Nuestro anhelo debe ser agradar a nuestro Padre celestial, no contristarlo. Por eso, el verdadero arrepentimiento nos lleva a dejar el pecado y a practicar la obediencia. Cuando nos humillamos y nos arrepentimos de verdad, el Espíritu Santo derrama su poder y su fuerza en nosotros para que vivamos apartados del pecado y en obediencia a nuestro Señor.

Biblia en un año: Josué 4-6

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