Muchas personas hoy en día están agobiadas por la culpa que arrastran. Esto es comprensible para aquellos que han rechazado a Cristo, pero los cristianos hemos sido liberados de la culpa a través de la fe en el Salvador. En otras palabras, no tiene sentido que un creyente siga viviendo bajo esa pesada carga. El perdón de los pecados se basa en las riquezas de la gracia de Dios y en la suficiencia del sacrificio de Cristo en la cruz.
Cuando Él dijo: “Consumado es”, estaba proclamando que la redención de los pecados se había logrado (Jn 19.30). Pagó el precio completo con su muerte, y ahora todos los que ponen su fe en Él son perdonados. El alcance del sacrificio expiatorio de Cristo se remonta al pasado, al presente y al futuro. Eso significa que nunca tenemos que temer que algo que hayamos hecho en el pasado o que lo que podamos hacer en el futuro esté fuera del alcance del perdón de Dios. El Señor nunca retira su perdón.
Debido a nuestra fe en la obra de Cristo en la cruz, podemos estar seguros de que hemos recibido y seguiremos recibiendo su misericordia divina. Sin embargo, eso no nos da licencia para pecar (Ro 6.1, 2). Al contrario, debe producir gratitud junto con un amor más profundo por Dios y una pasión por la santidad.
Biblia en un año: Cantares 1-4