Piense en la luz y la oscuridad, y en el modo en que afectan su capacidad de ver. En la oscuridad no tenemos sentido de dirección ni valor para avanzar, pero en la luz todo está claro. En un sentido muy real, esta perspectiva también es válida en el ámbito espiritual. Quienes habitan en la oscuridad espiritual no pueden percibir las realidades de Dios.
Sin embargo, el Señor tiene el poder de ayudarnos a discernir la verdad. Él dijo: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Jn 8.12). Por eso la frase “la luz del evangelio de la gloria de Cristo” es la descripción perfecta del mensaje de salvación (2 Co 4.4). Es la buena noticia que puede trasladar a alguien de las tinieblas espirituales a la luz (Col 1.13).
Quienes hemos aceptado al Señor Jesucristo como Salvador somos ahora “hijos de la luz” (Ef 5.8). Él nos llama a cada uno de nosotros a llevar el evangelio a un mundo incrédulo que no es capaz de ver en la oscuridad. Es importante que nuestro estilo de vida se distinga de la oscuridad que nos rodea. En sus interacciones diarias, ¿es usted un portador de luz que señala el camino hacia Cristo?
Biblia en un año: Josué 10-12