¿Hay alguien con quien haya intentado compartir a Cristo una y otra vez pero sin éxito? Eso puede ser desalentador, pero la Palabra de Dios nos anima a no cansarnos de hacer el bien (2 Ts 3.13). Esa es la tercera manera de transmitir nuestra fe: la perseverancia.
Ayer leímos sobre cómo hablarles de Cristo a nuestros seres queridos por medio de nuestras acciones, pero hacer algo una sola vez o incluso unas pocas veces no es suficiente. Tiene que haber constancia. ¿Lo que usted cree tiene sentido tanto en situaciones pequeñas como en grandes? ¿Sigue confiando en Dios en esos momentos cuando las circunstancias parecen imposibles? ¿Cómo reacciona cuando las cosas no salen como quiere? ¿Qué hace cuando la vida se pone difícil? ¿Sigue amando a los demás sin importar lo que pase?
No se desanime ni se sienta culpable cuando no lo logre. Todos somos humanos y reaccionaremos mal en algún momento. Lo importante es lo que hagamos después. Siempre que se encuentre en un momento difícil, recuerde las maravillosas palabras que Pablo escribió a los Gálatas: “A su tiempo segaremos, si no desmayamos” (Gal 6.9).
Biblia en un año: Hechos 5-7