Lo más valioso que podemos transmitir a los niños es nuestra fe: la convicción de que Dios es quien dice ser y cumplirá todo lo que ha prometido. La fuerte relación de Timoteo con Cristo no surgió de la nada; creció porque su madre y su abuela fueron ejemplos de mujeres consagradas al Señor. Aquí hay algunas maneras en las que podemos también dejar un rico legado a la próxima generación:
Enseñar principios bíblicos.Los niños necesitan conocer la visión de Dios sobre la riqueza (Sal 24.1), su manera de satisfacer las necesidades (Fil 4.19) y su dirección en la vida (Pr 3.5, 6).
Ser un buen modelo.La forma en que vivimos comunica lo que en realidad creemos sobre el Señor.
Servir a Dios al servir a los demás.Las acciones demuestran que nuestra fe es real (Stg 2.26).
Interceder por ellos en oración. Los niños no olvidarán que los teníamos presentes en nuestras oraciones diarias.
Comunicar amor de todas las maneras posibles. Necesitan saber que los amamos como Dios los ama: incondicionalmente.
Debemos ser sabios al guiar a la futura generación hacia Cristo. Miremos a Pablo: aunque no estaba casado ni era padre biológico, fue un padre espiritual para muchos (1 Co 4.14-16).
BIBLIA EN UN AÑO: 2 CRÓNICAS 1-4