Saltar al contenido principal
Sermón de TV

El arduo camino a la voluntad de Dios

Descubra qué es lo que permitimos que interfiera en nuestro progreso en el camino que Dios tiene para nosotros.

Charles F. Stanley 23 de julio de 2022

A menudo centramos nuestros esfuerzos en tratar de descubrir la voluntad de Dios, ¡y con razón! Pero después de que se revelen sus intenciones para nosotros, hay un último paso crucial: nuestra decisión de obedecerle y seguirle a plenitud.
Para navegar con éxito por la voluntad de Dios, necesitamos reconocer los posibles obstáculos. El Dr. Stanley examina algunas de las cosas que permitimos que interfieran con nuestro progreso en el camino que Dios tiene para nosotros. Los efectos del orgullo y el pecado, la ignorancia y la duda, los errores o las decisiones aplazadas, e incluso nuestras ocupaciones obstaculizarán lo que logremos y lleguemos a ser para Dios en esta vida.
El camino puede ser rocoso a veces, pero no debemos dejar que los obstáculos nos impidan vivir según el plan perfecto de Dios. ¡Nunca se conforme con menos de lo mejor que Él tiene para usted!

Bosquejo del Sermón

El arduo camino a la voluntad de Dios

PASAJE CLAVE: 1 Juan 1.9

INTRODUCCIÓN

Los incrédulos se burlan al pensar en la voluntad de Dios y los cristianos a menudo la ignoran.

Sin embargo, esa es una realidad que afecta nuestra vida cada día. O vivimos en la voluntad de Dios o fuera de ella. Casi siempre, al pensar en su voluntad, ponemos nuestro enfoque en cómo descubrirla, pero mucho más importante es que decidamos obedecer su voluntad revelada. Puede que el camino sea rocoso, pero no debemos permitir que los obstáculos nos impidan vivir de acuerdo al plan del Señor.

DESARROLLO DEL SERMÓN

Obstáculos a la voluntad de Dios

Para transitar con éxito el camino a la voluntad de Dios, tenemos que conocer los obstáculos que nos pueden hacer tropezar.

• Terquedad. El obstáculo más grande consiste en desear hacer nuestra propia voluntad en vez de seguir el camino del Señor. Nuestro orgullo y egoísmo nos impiden preguntarle a Dios qué desea que hagamos. Por tanto, tomamos nuestra propia decisión, y luego le pedimos al Señor que bendiga el camino que hemos escogido. Esta es una estrategia poco sabia, pues no es la manera en la que Dios obra, y no tenemos la capacidad, por nosotros mismos, de determinar o cumplir su voluntad.

• Influencia de otras personas. Seguir los consejos de otros puede obstaculizar nuestro andar con el Señor. Algunos se apresuran al decirnos con exactitud lo que debemos hacer y cómo vivir; pero sus opiniones quizás no concuerden con el plan de Dios.

• Desconocimiento de los principios divinos. No podemos andar en la voluntad de Dios si desconocemos lo que desea para nosotros. Los principios bíblicos nos ayudan a comprender la manera en la que quiere que vivamos. Estos son algunos de ellos:

  • Esperar en el Señor. No solo debemos saber lo que desea que hagamos, sino cuándo. El tiempo de Dios es esencial en la vida del cristiano.
  • Confiar en Dios y dejar todas las consecuencias en sus manos. A pesar de los obstáculos, debemos avanzar en la dirección de la obediencia a Dios. Él es poderoso para lidiar con lo que venga como resultado. Nuestra responsabilidad es caminar por fe y confiar en nuestro Padre celestial.
  • Permitir que Dios supla todas nuestras necesidades. El Señor proveerá todo lo que necesitemos para obedecer su voluntad.
  • Dar un paso a la vez. Nuestro Padre celestial no nos mostrará todo lo que sucederá en nuestra vida. Su luz solo alumbrará el siguiente paso que debemos dar. Eso significa que debemos confiar en Él, incluso en lo desconocido.

• Pecado deliberado y conocido. No debemos creer la mentira de que un pecado pequeño no le hace daño a nadie. Considere las consecuencias del pecado.

  • Ensordece nuestros oídos a la voz de Dios. La desobediencia obstruye nuestros oídos espirituales.
  • Ciega nuestros ojos a la visión de Dios. No podremos percibir su voluntad, ni comprender la obra que realiza en nuestra vida.
  • Endurece nuestro corazón al conocimiento de Dios. La desobediencia endurece nuestro corazón y nos aleja del Señor. El pecado nos hace estar distraídos, desobedientes e indiferentes a los asuntos de Dios.
  • Cauteriza nuestra conciencia hacia la Palabra de Dios. No recibiremos nada al leer la Biblia. No podremos reconocer que hemos pecado, ni escuchar la voz del Señor por medio de las Sagradas Escrituras.

• Duda. Este es otro obstáculo en el camino a la voluntad de Dios, y se manifiesta en diversas maneras.

  • Dudamos que tiene un plan personal para nuestra vida. Quizás creemos que trabaja en el plan que tiene en general para el mundo, pero no en nosotros.
  • Dudamos que el Señor dará a conocer su voluntad. Tal vez no conocemos que nos ama, o no estamos seguros de que le hemos escuchado.
  • Dudamos poder hacer lo que nos ha pedido. Casi siempre este es el punto en el que nos alejamos de su voluntad. Ponemos nuestra mirada en nuestra deficiencia y nos preguntamos si podrá equiparnos para obedecerlo.
  • Dudamos de Dios, pues no tenemos todos los detalles. En vez de enfocarnos en lo que desconocemos, debemos poner nuestra mirada en lo que sabemos que es verdad. Dios nos ama de manera individual y caminará con nosotros mientras hacemos su voluntad. Aunque enfrentemos dificultad, sufrimiento o pérdida, el Señor promete darnos lo que es mejor. Su deseo es usar esas situaciones para que maduremos, para aumentar nuestra confianza en Él, para eliminar aquello que no debería ser parte de nuestra vida y para moldearnos de acuerdo a la imagen de Cristo. Nuestra meta debe ser seguirlo y confiar en que nos guiará a cada paso que demos.

• Sentirnos indignos. En ocasiones esta es la razón por la que nos negamos a vivir dentro de la voluntad de Dios; pero no debemos subestimar lo que Él puede hacer por medio de nosotros. Debemos ser cuidadosos y tomar decisiones basadas en lo que el Señor ha dicho y no en lo que pensamos o sentimos. Si creemos ser indignos como consecuencia de nuestras fallas, contamos con la promesa de que, si confesamos nuestros pecados, seremos perdonados y limpiados (1 Jn 1.9). Aunque tengamos que sufrir consecuencias, el Señor nunca se aleja de los suyos, sino que busca restaurarlos. Incluso su disciplina es un acto de amor, por medio del cual nos trae de vuelta a su voluntad.

• Estar ocupados. Si no tenemos tiempo para la Palabra de Dios, la iglesia o la oración, no podremos conocer, ni obedecer su voluntad. Estar demasiado ocupados casi siempre se usa como excusa para pecar; en otras palabras, no tenemos tiempo para el Señor. Vivir en este mundo no nos ayuda, pues en todo momento se opone a la manera en la que Dios desea que vivamos.

Aunque la vida cristiana no es un camino fácil, tiene un maravilloso y eterno destino. En el cielo disfrutaremos de las bendiciones del Señor para siempre. Por ahora, contamos con el Espíritu Santo, con la presencia de Dios y con las promesas de su Palabra para exhortarnos y permitir que vivamos de acuerdo a su voluntad. Si descuidamos los recursos que Dios nos da, podemos llegar a sentir miedo y a rechazar su plan divino.

Temores en la vida cristiana

  • Temor a lo que Dios pueda requerir. Seguir su voluntad puede parecernos muy costoso.
  • Temor al fracaso. Quizás dejamos que los pecados del pasado nos impidan avanzar.
  • Temor a la crítica. La desaprobación de otras personas puede hacernos flaquear.

REFLEXIÓN

  • ¿Vive dentro de la voluntad de Dios? ¿Cómo sabe si es cierto?
  • ¿Siente como si le faltara algo en su andar de fe? De ser así, ¿podría tener relación con la cantidad de tiempo que le dedica a buscar de Dios en la Palabra y a la oración?
  • En todo caso, ¿qué es lo que le impide obedecer lo que Dios quiere que haga?

Enlace de descarga

Explorar Otros Sermones