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Sermón de TV

Los requisitos para ser una influencia piadosa

Manténgase fiel a las convicciones que Dios le ha dado para poder ser una buena influencia.

17 de septiembre de 2022

Influenciamos a quienes nos rodean según la manera en que vivimos, ya sea a propósito o no, para bien o para mal. El Dr. Stanley examina la responsabilidad y el privilegio de influenciar en otros como se ve por medio de la vida del profeta del Antiguo Testamento, Daniel, cuyo carácter piadoso y convicciones atrajeron la atención de algunas personas muy poderosas.

Bosquejo del Sermón

LOS REQUISITOS PARA SER UNA INFLUENCIA PIADOSA
PASAJE CLAVE:
Daniel 1.1-9
LECTURAS DE APOYO: Éxodo 34.15 | Salmo 103.19 | Daniel 1.17-20 | Daniel 2.9-23 | Daniel 3.14-18 | Daniel 4.18, 19 | Daniel 5.5-30 | Daniel 6.3-22 | Mateo 5.16 | Mateo 16.6 | Romanos 8.28 | Colosenses 4.5 | Hebreos 13.5
INTRODUCCIÓN

Influenciar a otros no solo es un privilegio, sino también una responsabilidad.

Nos permite impactar la vida de otros, o persuadirlos para que actúen de cierta manera. La influencia puede ser pasiva o intencional, de manera consciente o inconsciente. Sin embargo, lo más importante es que sea piadosa.
DESARROLLO DEL SERMÓN

La influencia piadosa ayuda a las personas a recibir el evangelio, a crecer en su conocimiento bíblico, a vivir en rectitud, a seguir a Cristo, a servirle en su obra y a proclamar el mensaje de salvación.

Daniel es un buen ejemplo de alguien que impactó la vida de los que le rodeaban. Como muchos otros hebreos, este joven fue exiliado a Babilonia por el rey Nabucodonosor. Daniel fue escogido, junto a otros adolescentes, para ser entrenado durante tres años en la cultura babilónica, y que así pudiera servir al rey. Durante toda su vida, Daniel fue una influencia piadosa para sus amigos, para los siervos del rey, para tres reyes de Babilonia y uno Persa.
Requisitos para ser una influencia piadosa
La vida de Daniel nos muestra lo que se necesita para ser una influencia piadosa a los que nos rodean.
Una fuerte convicción en la Palabra de Dios. Al poco tiempo de haber llegado a Babilonia, Daniel enfrentó su primer desafío. El rey había ordenado que este grupo de jóvenes ingirieran del vino y la comida de su mesa. “Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía; pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligase a contaminarse” (Dn 1.9). Esta fuerte convicción provenía de la Biblia. El Señor había ordenado a los israelitas que no comieran ni bebieran nada que hubiera sido sacrificado a los ídolos (Ex 34.15).

Daniel le pidió permiso a la persona que estaba a cargo de ellos para no contaminarse. Le sugirió que hicieran una prueba, en la cual él y sus amigos solo ingerirían vegetales y agua. Después de diez días, esta persona podría evaluar los resultados. 
Como Daniel se mantuvo firme en su convicción y obedeció a la Palabra de Dios, El Señor le dio gracia ante este oficial para que no los obligase a recibir la comida y la bebida del rey. Además, bendijo a Daniel y a sus amigos con conocimiento, inteligencia y sabiduría mucho mayor que el de los demás jóvenes, lo cual trajo como resultado que recibieran mejores posiciones en el reino.

Una convicción es algo de lo que se está convencido. Eso es lo que debemos creer en relación a las Sagradas Escrituras. La Biblia es infalible, inerrante y contiene los principios por los que debemos vivir, y por los que seremos juzgados por Dios. Si no nos aferramos a su Palabra seremos derribados por cada dificultad que enfrentemos, y comenzaremos a tomar decisiones basadas en nuestras preferencias y no en los principios bíblicos.
Compromiso con nuestras convicciones. “Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse” (v. 8). Eso es justo lo que debemos hacer. El compromiso comienza en nuestra mente, pero se demuestra con nuestras acciones. El verdadero desafío del compromiso a nuestras convicciones consiste en que las apliquemos a nuestra vida en todo momento y no solo cuando sea conveniente. Cristo nos pide que dejemos que nuestra luz alumbre a otros, para que vean nuestras buenas obras y glorifiquen a Dios (Mt 5.16). Si decimos que creemos en algo, pero vivimos de manera diferente, arruinamos nuestro testimonio.

Valor para defender nuestras convicciones. Daniel y sus amigos tuvieron el valor para mantenerse firmes en sus convicciones y obedecer a Dios, a pesar de los peligros y amenazas. Enfrentaron la ira de un rey poderoso, pero permanecieron fieles al Señor. Daniel continuó orando a Dios a pesar de que la ley Persa lo prohibía, y de saber que podía ser lanzado al foso de los leones. Sadrac, Mesac y Abed-nego rehusaron adorar la estatua de Nabucodonosor, aunque el castigo consistía en ser lanzado a un horno de fuego. Ante cada desafío, fueron valientes para obedecer a Dios y dejaron las consecuencias en sus manos. Y eso es justo lo que debemos hacer cuando nuestras convicciones son probadas.

Confianza en el Dios de la Biblia. No solo debemos estar convencidos de que lo que dice la Biblia es cierto, también debemos creer que Dios es digno de nuestra confianza. Puede que digamos que confiamos en el Señor; pero, ¿qué sucede cuando nuestra fe es probada? ¿Seguimos confiando que Dios mantendrá su promesa de estar siempre con nosotros?

Para ser una influencia piadosa debemos tener fe inquebrantable. ¿Podemos afirmar con toda confianza lo mismo que dijeron Sadrac, Mesac y Abed-nego? En Daniel 3.17, 18 afirmaron: “He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo… Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado”.

Guardar la calma. Cuando nuestras convicciones son desafiadas, tenemos que mantener nuestra mirada en el Señor. Si no lo hacemos, sentiremos ansiedad, frustración y miedo. Cuando Daniel escuchó la orden que dio Nabucodonosor de matar a todos los sabios de Babilonia, incluyéndolo a él, lo primero que hizo fue orar (Dn 2.17, 18). Si buscamos al Señor en la prueba, calmará nuestro espíritu y fortalecerá nuestra confianza en Él. Dios es soberano sobre todo lo que ocurre (Sal 103. 19), y promete cuidarnos y hacer todo para nuestro bien (Ro 8.28).

Un espíritu como el de Cristo. Nos parecemos más a Cristo cuando perdonamos. Daniel tenía muchas razones para sentir amargura y resentimiento hacia Nabucodonosor. Había atacado su ciudad, lo había alejado de su familia y llevado cautivo a una tierra lejana. Sin embargo, no existe evidencia en la Biblia de que Daniel sintiera rencor, o tratara de vengarse. Por el contrario, sirvió fielmente a los reyes que estuvieron sobre él. A veces lo que más influye en los demás es que nos vean perdonar a quienes nos han hecho daño.
Ser constantes en nuestro andar de fe. A lo largo de su vida, Daniel fue constante en su caminar con Dios. No decía algo para luego vivir de otra manera; en todo momento anduvo en integridad. Por su actitud recibió el respeto de sus amigos, de los oficiales del gobierno, de reyes y de toda la nación, pues nunca comprometió sus convicciones. Todo creyente en Cristo debe seguir su ejemplo. Al mantenernos firmes en nuestras convicciones y al obedecer a Dios nuestra influencia viene a ser piadosa y efectiva.
REFLEXIÓN

  • Puede que no tengamos el alcance de influencia de Daniel, pero impactamos la vida de otros, ya sea para bien o para mal, aunque no nos demos cuenta. ¿Quién escucha sus palabras y observa su comportamiento? ¿Qué tipo de influencia tiene en ellos?
  • ¿Está convencido de la veracidad de la Biblia y de que Dios es digno de su confianza? ¿Sus acciones y actitudes respaldan lo que afirma?
  • ¿De qué manera reacciona cuando sus convicciones son desafiadas? ¿Qué ha aprendido del ejemplo de Daniel que le puede ayudar a permanecer firme en las pruebas?

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