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Camino a la meta

La historia de un hombre se reviste con la armadura de Dios para mantenerse firme.

John VandenOever 1 de junio de 2020

El pasado de Gerard Moreira siempre está presente: nunca ha dejado de vivir o trabajar en el campo de Carolina del Sur, entre los recuerdos de sus viejas costumbres. “Este es un pueblo pequeño”, dice de Beaufort. “Me encuentro todo el tiempo con gente que me conoce. Saben lo que fui, y saben lo que soy ahora”.

 

Entre las personas están amigos que luchan con las drogas. Con frecuencia le piden dinero, y él trata más bien de darles de comer. Pero cuando les da dinero, ora por ellos. “Mi oración es que no lo utilicen para las drogas”.

Moreira conoce la lucha. “Ganaba mucho dinero, y consumía mucha cocaína”, dice sobre sus primeras décadas en la construcción. “Mucho alcohol, mucho adulterio, mucha locura”. Entonces, un domingo, su hermana lo invitó a la iglesia. Él puso excusas para evitar asistir, pero ella insistió. En su primera visita, Moreira fue abrumado por la conciencia de su pecado. Durante tres días no fue a trabajar; se quedó en casa, afligido. “Había consumido cocaína durante treinta años”, dice. “Dios me quitó esas ansias y me llenó del Espíritu Santo”.

Fue abrumado por la conciencia del pecado. “Consumí cocaína durante treinta años. Dios me quitó esas ansias, y me llenó del Espíritu Santo”.

Ahora tiene el deseo de construir para el Señor. Ha llevado su conocimiento de la construcción con cemento y la albañilería a Filipinas y Kenia, y ha trabajado numerosas veces en iglesias e instalaciones para jóvenes en Costa Rica. Una herramienta que ha sido muy útil para estos viajes es el Mensajero de En Contacto, que provee una Biblia en audio y lecciones del Dr. Stanley en el idioma de las personas a las que va a servir.

La influencia de Moreira entre sus trabajadores también ha cambiado, no a través del autoritarismo, sino por medio del ejemplo. Libre del control del pecado, su generosidad y su humildad hacen de él un amigo encantador y muy apreciado.

No hace mucho tiempo, Gerard conoció a un hombre que había sido infante de marina y que había desarrollado una adicción a los narcóticos después de sufrir una lesión. Las consecuencias fueron trágicas: el hombre perdió su matrimonio y sus hijos. Pero los dos hombres se hicieron buenos amigos cuando Moreira lo visitó en una casa de rehabilitación, y un año después, le dio trabajo. “Yo estaba receloso al principio, porque la actividad de la construcción es un trabajo difícil cuando existe una adicción”. Ahora se consultan el uno al otro, y Dios restauró la relación del hombre con sus hijos.

Después de que Moreira dejó las drogas, tuvo pesadillas durante años. A través de los sueños, sentía como si estuviese probando las drogas, lo que lo enviaba a la Biblia. La experiencia le enseñó a alimentarse de la Palabra a diario. “Es hipócrita pensar que uno haya alcanzado el éxito”, afirma. “No lo he alcanzado. No lo voy a alcanzar sin ayuda”. Por tanto, cada mañana, al ponerse las botas de trabajo, Moreira se reviste con la armadura de Dios para mantenerse firme. Al igual que los ladrillos que apila, sus cimientos se hacen más fuertes con el tiempo.

Para ver un video de la historia de Gerard Moreira, visite encontacto.org/historias.

 

Fotografías por Ben Rollins

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