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Cuente todo lo que Dios ha hecho

Recordar la obra de Dios en nuestra vida fortalece la fe, tanto la nuestra como la de los demás.

Sandy Feit 1 de septiembre de 2021

Todos nosotros, en algún momento u otro, experimentamos preocupaciones... –no toda preocupación es pecado; pero Dios no quiere que vivamos con ansiedad. Por ejemplo, cuando algo nos toma desprevenidos, [digamos,] y alguien recibe noticias de que su hijo o su hija sufrió un accidente, de repente se angustia por la incertidumbre de lo sucedido, cómo ocurrió, y cuáles son las consecuencias. Así que, no toda preocupación es mala. El asunto es: ¿Qué hacemos con ella?, ¿cuánto tiempo dura en nosotros, y qué tipo de consecuencias acarreará? ... La ansiedad es una batalla de fe... En Filipenses 4,6, 7, Pablo está diciendo: “Este es el plan: tráelo a Dios”.

—Charles F. Stanley, “Victoria sobre la ansiedad”

Comenzaré con el final de la historia para hacerle saber que todo salió bien. Pero eso fue solo después de que mi familia fue tomada por sorpresa por un hallazgo médico aterrador y pasamos cuarenta y ocho horas de ansiedad lidiando con situaciones hipotéticas. Ante la situación, todos oramos, no solo por un buen resultado, sino también por una cita con un especialista antes de la espera de un mes que nos mantuvo paralizados.

La gracia de Dios era palpable: el segundo especialista al que llamamos tenía una hora disponible ese mismo día y enseguida nos tranquilizó. Nos aseguró que, a pesar de la terrible terminología del informe, este hallazgo en particular era común, no amenazaba la vida y era fácil de enfrentar, incluso si alguna vez demostraba ser el improbable “peor de los casos”.

“Todos, en algún momento u otro, experimentamos preocupaciones —no toda preocupación es pecado; pero Dios no quiere que vivamos con ansiedad”.

Y así, solo dos días después de recibir la dura noticia, la vida se reactivó y se parecía mucho a la vida anterior. Solo que era diferente. Y aunque nuestra situación no se puede comparar con la magnitud del milagro de María, Marta y Lázaro (Juan 11.1-44), veo esta similitud: los creyentes somos transformados de manera permanente por el toque personal y amoroso del Señor, un toque que a menudo se experimenta en los tiempos de adversidad. Cuando Lázaro fue llamado a salir de la tumba, ¿él o sus hermanas alguna vez habrían enfrentado situaciones alarmantes de ansiedad previas a esta resurrección?

Para mi familia, recibir las respuestas específicas de Dios a la oración reforzó lo que nos dice Isaías 64.4, que Dios escucha, se preocupa y actúa a nuestro favor. Pero nuestra confianza en esa verdad afecta la manera en la que lidiamos con los desafíos aterradores.

Los creyentes somos transformados de manera permanente por el toque personal y amoroso del Señor, un toque que a menudo se experimenta en los tiempos de adversidad.

Una clave es estar consciente de alguna manera del historial de Dios en nuestra vida, y no dejar que el pánico nos distraiga de lo que hemos experimentado de Él: la fidelidad que ha mostrado y quiere manifestar otra vez. Y dado que mantenerse consciente requiere pensar sin cesar en la bondad del Señor, no es de extrañar que encontremos el tema bíblico recurrente de recordar y proclamar los hechos maravillosos del Señor. (Véanse Deuteronomio 5.15; Deuteronomio 6.12; Deuteronomio 7.18; Deuteronomio 24.18; Isaías 12.5; Salmo 9.11; Salmo 78.4; Salmo 105.1). Compruebo que cada recuento de cómo Dios ha hecho acto de presencia en mi vida, no solo lo hace público a los demás, sino que también solidifica mi certeza de que se preocupa por los detalles.

Así que, cuando vea al Señor obrando, ¡escríbalo en un diario! ¡Dígaselo a sus hijos! ¡Envíe mensajes de texto a sus amigos! Y deje que sus propias palabras fortalezcan su convicción de que Él está dispuesto a hacer algo bueno, incluso en las situaciones difíciles. Si usted es como yo, sospecho que eso fortalecerá su respuesta para volverse a Dios con prontitud cuando surja la próxima crisis. Y si su vida es como la mía, no pasará mucho tiempo antes de que tenga la oportunidad de comprobar mi teoría.

 

Ilustración por Adam Cruft

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