¿Qué le da a usted una sensación de satisfacción y propósito? ¿Su familia, trabajo, aficiones o relaciones con otras personas? Nada de esto está mal, pero pueden decepcionarle si no ha hecho el buscar al Señor su prioridad.
Mientras el Señor Jesús estaba sentado junto a un pozo en la región de Samaria, conoció a una mujer que buscaba en vano sentirse satisfecha. Se había casado cinco veces, y lo más probable es que cada relación rota la dejara sintiéndose menos amada.
Mientras hablaban, el Señor le señaló su pecado al decirle que ella estaba viviendo ahora con un hombre que no era su esposo. Él no estaba siendo cruel, sino que la estaba ayudando a reconocer que necesitaba al Salvador. Todos los intentos anteriores de llenar su vida habían sido inútiles, y ahora Él le ofrecía la única solución que de verdad satisface: Él mismo. Ofreció darle el “agua viva”, que elimina la sed de quien de ella beba (Jn 4.10-14).
¿Alguna vez se ha sentido como la mujer samaritana: insatisfecha de la vida y sedienta de amor, propósito o realización? Entréguese al Señor Jesucristo y permita que su vida y su amor fluyan a través de usted. Solo entonces experimentará la satisfacción que Él promete.
Biblia en un año: Levítico 17-20