Cristo nos prometió su gozo, aunque a veces este puede evadirnos. Como vimos ayer, el Espíritu Santo es su fuente. Y al ser de naturaleza sobrenatural, el gozo divino existe sin importar nuestras circunstancias. La felicidad, en cambio, proviene de causas externas, es de carácter terrenal, y aumenta o disminuye a medida que cambian las circunstancias.
El gozo que el Espíritu Santo nos da se produce cuando:
- NOS ENFOCAMOS EN NUESTRA RELACIÓN CON EL SEÑOR. Gracias al Señor Jesús, nuestros pecados son perdonados y somos suyos para siempre. Nada puede separarnos de nuestro Salvador.
- VEMOS SU OBRA TRANSFORMADORA EN OTROS. Observe lo que Dios está haciendo a su alrededor: rescatando a las personas de la esclavitud del pecado y transformándolas a su semejanza.
- SERVIMOS A QUIENES ÉL NOS ENVÍA. Nuestro cuidado obediente y amoroso de los demás nos produce gozo espiritual.
- MEDITAMOS EN LA PALABRA VIVA DE DIOS. Por medio de la Biblia, recibimos el desbordamiento de su amor y sus preciosas verdades sobre las cuales edificamos nuestras vidas.
Dedique unos minutos para meditar en lo maravilloso de su nuevo nacimiento, de compartir el gozo espiritual de alguien, de servir obedientemente a otra persona o de recibir la guía de la Palabra de Dios. Luego haga un chequeo de su barómetro emocional. ¿Ya está cantando aleluya?
Biblia en un año: Deuteronomio 12-14