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Monumento Nacional Bears Ears, al norte de Mexican Hat, Utah. Fotografía por Charles F. Stanley.
Meditación diaria

Muchas lenguas, un solo Dios

Nuestro Dios es un poderoso Redentor que transforma nuestros fracasos en testimonios de su gracia.

18 de mayo de 2024

Hechos 2.1-11

Pentecostés se asocia más a menudo con la llegada del Espíritu Santo. Pero también demuestra la extraordinaria capacidad de Dios para redimir.

Para entender cuán asombroso fue Pentecostés, debemos remontarnos a Génesis 11, cuando todos usaban “una sola lengua” y el pueblo “[era] uno” (Gn 11.1, 6). Su problema no era la unidad, sino la adoración a sí mismos. Dios había dicho que llenaran la Tierra, pero en lugar de eso construyeron una ciudad y una torre para “[hacerse] un nombre” y evitar la dispersión (Gn 11.4). Solo después de que Dios confundiera sus lenguas en Babel, se dispersaron como Él había ordenado.

Pentecostés ofrece un contraste asombroso. Los discípulos esperaron en Jerusalén, como les ordenó el Señor (Hch 1.4, 5). La multitud estaba “atónita y maravillada” al oír sus diferentes lenguas unidas en significado (Hch 2.6, 7). “Les oímos”, se decían unos a otros, “hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios” (Hch 2.11).

Esa armonía de alabanza en Jerusalén redimió la confusión de Babel. Y aunque la iglesia también fue “dispersada” después de aquello, los creyentes tomaron la persecución como una oportunidad para sembrar semillas para el evangelio (Hch 8.1, 4; Hch 11.19).

Biblia en un año: 2 CRÓNICAS 24-25

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