Para sacarle el máximo provecho a este devocional, lea los pasajes a los que se hacen referencia.
Considere esta historia de dos vecinos: Uno vive aislado y es gruñón, el cual nunca habla con nadie (a menos que sea para gritar a los niños cuando pisan su césped). El otro saluda a todo el mundo, siempre está dispuesto a charlar y conoce a todos los vecinos por su nombre. ¿Quién cree que está viviendo una vida más feliz y satisfactoria?
El vecino que dedica tiempo para las personas crea comunidad y se afianza como miembro de ella. Pero esto no se da de manera automática. Establecer lazos fuertes requiere tiempo, recursos e inversión emocional en los demás, lo que no suele ser fácil (pero siempre vale la pena). Sin embargo, si estamos dispuestos a entregarnos por el bien de los demás, encontraremos una sensación de plenitud y pertenencia que no podemos experimentar solos. Es al renunciar a nuestra vida, que cada uno de nosotros se convierte en la persona que Dios desea que seamos (Mt 16.24-27; Lc 14.27).
PIENSE EN ESTO
- ¿Qué clase de vecino es usted? ¿Cómo puede relacionarse y crear una comunidad más fuerte con quienes viven cerca?
Biblia en un año: 2 Tesalonicenses 1-3