El Credo Niceno describe de manera breve las dos naturalezas de nuestro Salvador: humana y divina. Dice así: “Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios... Dios verdadero de Dios verdadero... por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen y se hizo hombre…”.
Este hecho fue reconocido universalmente tanto por ángeles como por seres humanos (Mt 16.13-17; Lc 1.26-35; Jn 11.27). Incluso los demonios sabían la verdad (Lc 4.40, 41). Y es importante que nosotros también la entendamos. Si no lo hacemos, nuestra fe seguirá siendo inmadura y no podremos “dar razón de la esperanza que hay en [nosotros]” (1 P 3.15).
Como dijo C. S. Lewis: “Un hombre que fuera simplemente un hombre y dijera el tipo de cosas que Cristo dijo, no sería un gran maestro moral. O sería un lunático, al nivel del hombre que dice ser un huevo cocido, o sería el diablo del infierno. Usted tiene que elegir. O bien este hombre era, y es, el Hijo de Dios: o bien un loco o algo peor... Pero no se nos ocurra ninguna tontería condescendiente de que Él es un gran maestro humano. No nos ha dejado esa posibilidad”.
Para comprender mejor quién es el Señor Jesús, dedique tiempo a la oración y pídale que le enseñe. Él está listo para responder.
Biblia en un año: Salmos 55-59
