El otro día estudiamos el Salmo 37.4 y leímos que Dios promete concedernos los deseos de nuestro corazón. Este pasaje es uno que muchas personas sacan de contexto, olvidando el papel que les corresponde.
¿Cuál es nuestra responsabilidad cuando se trata de apropiarnos de esta promesa? Debemos...
DELEITARNOS EN EL SEÑOR (Sal 37.4). Como cristianos, debemos regocijarnos en Dios. Él merece ser nuestra prioridad.
ENCOMENDARLE NUESTRO CAMINO (Sal 37.5). Debemos dejar que Dios cambie nuestro deseo si no está en armonía con su voluntad. Es bueno recordar que cuando Él no responde a nuestras oraciones como deseamos, es por alguna razón.
CONFIAR EN ÉL (Sal 37.5). Dios es misericordioso, omnisciente, bondadoso y generoso. Podemos confiarle nuestros sueños y esperanzas.
DESCANSAR EN ÉL (Sal 37.7). Descansar en el Señor significa estar en paz con su cuidado y control de nuestra vida.
ESPERAR EN ÉL (Sal 37.7). Cristo esperó décadas antes de comenzar su ministerio. Al igual que Él, debemos ser pacientes.
Recuerde que el Señor anhela dar a sus seguidores plenitud de gozo (Sal 16.11) y abundantes bendiciones “más allá de lo que pedimos o entendemos” (Ef 3.20). Y cuando entreguemos todo a Él, recibiremos lo mejor de nuestro Padre celestial.
Biblia en un año: Marcos 13-14