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Lago Tern, Alaska. Fotografía por Charles F. Stanley.
Meditación diaria

Seguimos a Dios juntos

Caminar con otros creyentes nos fortalece, ánima y ayuda a crecer.

30 de marzo de 2024

Mateo 18.20

Seguir a Cristo es una actividad tanto individual como colectiva. Sí, Dios nos ama a cada uno de nosotros, y escuchamos su llamado como individuos. Por eso, como vimos ayer, debemos dedicar tiempo para estar a solas con Él. Al mismo tiempo, debemos recordar que “no es bueno que el hombre esté solo” (Gn 2.18) se aplica a algo más que el matrimonio. Debemos seguir a Cristo con otros que han sido llamados de igual manera.

Vemos el llamado a vivir en comunidad a lo largo del Nuevo Testamento. “Sobrellevad los unos las cargas de los otros”, escribe Pablo a los gálatas, “y cumplid así la ley de Cristo” (Ga 6.2). El escritor de Hebreos insta a reunirse, en especial en tiempos difíciles (Heb 10.25). Y en el pasaje de hoy, Cristo nos recuerda que Él estará presente incluso cuando estén solo “dos o tres congregados en [su] nombre”. Todos estos ejemplos hacen referencia a la koinonia, una palabra griega traducida como “comunión”. Era el término utilizado por Lucas para describir la comunidad cristiana en los inicios de la iglesia (Hch 2.42). Estamos hechos para este tipo de discipulado rico en niveles: con Dios y con los demás creyentes.

En un mundo lleno de distracciones, estar a solas con Dios es una disciplina fundamental del cristiano. Pero también lo es la comunión con otros creyentes, donde encontramos gozo. 

Biblia en un año: 1 SAMUEL 19-21

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