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Sermón de TV

Cómo aprovechar nuestro trabajo al máximo

Adopte una actitud alegre, de manera que pueda glorificar a Dios.

3 de septiembre de 2022

Muchos de nosotros no esperamos con ansias ir a trabajar. El Dr. Stanley explica que cuando cambiamos de actitud, podemos experimentar un verdadero gozo y satisfacción, trayendo la gloria a Dios sin importar quién provea nuestro sueldo. Aprenda a servir a Dios sin importar el título de su trabajo, y vea cómo Él transforma su temor en deleite.

Bosquejo del Sermón

CÓMO APROVECHAR NUESTRO TRABAJO AL MÁXIMO
PASAJE CLAVE:
Colosenses 3.22–4.1
LECTURAS DE APOYO: Éxodo 20.9-11 | Proverbios 14.23; 22.29 | Mateo 20.25-28 | Lucas 6.27-31 | Romanos 13.1; 14.10-12 | 2 Corintios 5.10 | Filipenses 2.5-8 | 2 Tesalonicenses 3.12 | Hebreos 6.10
INTRODUCCIÓN

Para sustentarnos, tenemos que trabajar.

Dios ordenó al hombre que trabajara desde el comienzo de la creación, y todos tenemos la responsabilidad de realizar la labor que nos ha encomendado; ya sea en la casa, la iglesia o nuestro lugar de empleo. Lo más importante no es lo que hagamos, sino cómo lo hacemos.
DESARROLLO DEL SERMÓN

Como esta es una responsabilidad de todos, debemos aprender a aprovechar nuestro trabajo al máximo. Algunos creen que la meta consiste en ganar tanto dinero como sea posible, pero el propósito de Dios con el trabajo incluye mucho más que la mera adquisición de riquezas.
El Señor usa nuestro trabajo, ya sea en el hogar o en el lugar de empleo, con varios propósitos. No solo para desarrollar las destrezas y habilidades que nos ha dado, sino también para que ofrezcamos una valiosa contribución a otros y a la sociedad, para ayudarnos a madurar en la fe por medio de los desafíos y para enseñarnos a interactuar con las personas de la manera que le agrada.
¿Cómo aprovechar nuestro trabajo al máximo?

Como Dios es quien ha establecido el trabajo y lo usa para cumplir sus propósitos, solo Él sabe lo que debemos hacer para obtener el mejor provecho; y en Colosenses 3.22–4.1 nos da instrucciones al respecto. Este pasaje bíblico fue dirigido a esclavos y amos cristianos. En la época en la que Pablo escribió esta carta, la esclavitud era común en el Imperio romano; casi la mitad de la población estaba en esa condición. Aunque vivimos en otros tiempos, los principios bíblicos que encontramos en esta porción bíblica pueden aplicarse a empleados y empleadores.
1. Vernos como siervos. “Siervos, obedeced en todo a vuestros amos terrenales, no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino con corazón sincero, temiendo a Dios” (Col 3.22). Esto va en contra de lo que el mundo enseña; otorgándosele más valor a los derechos, la independencia y la prominencia. Nadie desea ser un siervo.
Sin embargo, Cristo resaltó la importancia de tener un corazón de siervo. Les dijo a sus seguidores: “Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; 28 como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Mt 20.25-28).
Como seguidores de Cristo debemos imitar su ejemplo (Fil 2.5-8). Cuando llegamos a nuestro lugar de empleo con una actitud servicial, demostramos el carácter de Jesucristo. Esta actitud también impacta nuestra motivación y la calidad de nuestro trabajo, pues no lo hacemos solo para obtener un provecho propio, sino para beneficiar a otros y para testificar del Señor.
Si usted muestra una actitud servicial, puede que otros le maltraten como lo hicieron con Jesucristo y con Pablo. Sin embargo, nunca sufrimos pérdida si optamos por obedecer los principios de la Palabra de Dios. Su actitud no debe estar determinada por la manera en la que le tratan, sino por lo que el Señor enseña en relación a nuestro comportamiento como sus seguidores.
2. Trabajar como para el Señor. “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres” (Col 3.23). Ya sea que trabajemos bajo la supervisión de otros, o por nuestra propia cuenta, nuestra meta final debe ser agradar a Cristo. Como es nuestro Señor, cada área de nuestra vida debe ser sometida a su autoridad; y esto incluye nuestra profesión.
Trabajar como para el Señor significa cumplir con cada labor “no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino con corazón sincero, temiendo a Dios” (Col 3.22). No actuaremos diferente cuando nadie nos vea. El Señor nos mira en todo momento, y es a Él a quien servimos. Es por reverencia y temor a Dios que debemos siempre dar lo mejor de nosotros, aunque nadie más nos vea. Puede que no le guste su empleo, pero ese es el lugar donde el Señor le ha puesto en este momento. Su responsabilidad es servirle con fidelidad en esa posición, aunque no sea de su agrado.
3. Ver a Jesucristo como nuestra autoridad. “Porque a Cristo el Señor servís” (Col 3.24). A fin de cuentas, Jesucristo es su jefe, y le ordena a hacer aquello que su empleador le pida, con excepción de lo que sea inmoral, corrupto, injusto, deshonesto, o contrario a las enseñanzas de la Biblia. Si por alguna de esas razones no puede obedecer a su empleador, tendrá que confiar en que el Señor le protegerá y le proveerá otro empleo.
La obediencia en su lugar de empleo es una parte esencial de la obediencia a Dios. Si se niega a realizar lo que se le pide, también se rebela en contra del Señor, quien nos ordena obedecer a las autoridades que están sobre nosotros. Nuestro Padre celestial ha permitido que esa persona tenga esa posición de liderazgo, y su responsabilidad es servir a Dios al obedecer a su jefe. Quejarse de los demás o hablar mal de su jefe a sus espaldas no es del agrado del Señor y, además, arruina nuestro testimonio.
4. Ver a los demás como personas valiosas. “Amos, haced lo que es justo y recto con vuestros siervos, sabiendo que también vosotros tenéis un Amo en los cielos” (Col 4.1). A los empleadores cristianos se les advierte que no deben tratar de manera injusta a sus empleados. No se debe usar a otros como objetos para avanzar, sino que se les debe amar y respetar. Dios es nuestra máxima autoridad y nuestro juez. Si maltratamos o irrespetamos a otros, recibiremos las consecuencias de nuestras malas acciones con justicia (Col 3.25).
5. Ver nuestras recompensas como presentes y futuras. “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia” (Col 3.23, 24). Al trabajar obtenemos un salario, pero también recibiremos otras recompensas si lo hacemos de acuerdo a los principios bíblicos.
Nuestra mayor ambición como creyentes en Cristo debe ser agradar a Dios en todo lo que hacemos, sea en el hogar, en la iglesia, en el trabajo o en cualquier lugar. “Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo” (2 Cor 5.10).
Dios nos ha llamado a trabajar, y como cristianos tenemos la responsabilidad de hacerlo de todo corazón por amor a Él y con humildad y respeto hacia los demás.
REFLEXIÓN

  • ¿Qué actitud tiene en cuanto a su trabajo? ¿Lo ve como una carga o como una bendición que el Señor le ha dado para su sustento? ¿Qué tan seguido se queja de su empleo? ¿Qué tan seguido le agradece a Dios por él?
  • ¿Qué debe hacer para realizar su trabajo como para el Señor? ¿De qué manera un corazón de siervo puede mejorar su actitud, desempeño y relaciones con otros?
  • ¿Qué cambios debe hacer en usted para poder aplicar los principios bíblicos que hemos mencionado?

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