Piense en algún momento en el que recibió elogios de uno de sus padres, de un maestro o de un jefe. ¿Cómo se sintió? ¿Se alegró o se sintió incómodo? Para muchas personas, el elogio es casi tan difícil de manejar como la crítica. Debido a que la Palabra de Dios nos enseña a ser humildes (Mt 18.4; Fil 2.3), a veces podemos sentirnos confundidos acerca de cómo recibir los elogios. He aquí tres maneras de reaccionar:
ACEPTE EL COMENTARIO AGRADECIENDO A LA PERSONA. No diga por qué cree que no es digno del elogio, ni trate de desviar esa expresión de amabilidad hacia usted. ¡El Señor está usando a esa persona para bendecirle!
IDENTIFIQUE Y RECONOZCA LA CUALIDAD DE SU CARÁCTER QUE LLEVÓ A LA OTRA PERSONA A ELOGIARLE. Tal vez ve algo que usted ha pasado por alto (y de lo que Dios quiere que sea consciente). Recuerde que los creyentes estamos llamados a “animarnos y edificarnos unos a otros” en el Señor (cf. 1 Ts 5.11).
COMENTE LO QUE LAS PALABRAS DE ÁNIMO SIGNIFICAN PARA USTED. La Biblia dice: “Panal de miel son los dichos suaves; suavidad al alma y medicina para los huesos” (Pr 16.24). Dígale a la otra persona cuánto le ha bendecido su atención y su sentir. Después de todo, el elogio puede ir en ambos sentidos.
Biblia en un año: Jeremías 22-24