Crecer en Cristo implica mucho más que solo asistir a la iglesia, diezmar y escuchar un sermón. De hecho, muchos creyentes hacen todo esto pero permanecen estancados en su andar cristiano. Para ser más como Cristo, son necesarias dos cosas: instrucción y participación.
La primera de ellas, aprender la verdad, es vital para caminar con Dios. De hecho, Cristo demostró la importancia de la instrucción al dedicarle gran parte de su tiempo en este mundo. Entonces, ¿cómo podemos crecer en conocimiento? Una de las maneras más importantes es leer la Palabra de Dios. La Biblia nos dice que así como los recién nacidos anhelan leche, nosotros debemos desear la Palabra de Dios para crecer. Ore para que su sed espiritual se vuelva insaciable.
Sin embargo, escuchar la verdad no significa que la hayamos aprendido. A algunas personas les encanta asistir a estudios bíblicos y ampliar sus conocimientos, pero sus vidas no cambian. Tal como enseña el pasaje de hoy, tenemos que aplicar la Palabra a nuestra vida. Recuerde que el crecimiento requiere acción. Como dice Santiago 2.26: “Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, también la fe sin obras está muerta”.
Si de verdad estamos madurando, nuestra vida será cada vez más semejante a la de Cristo, y nuestros deseos se alinearán con el corazón de Dios.
Biblia en un año: Isaías 28-30