Después que el Señor Jesús les dijo a sus discípulos que oraran en su nombre, les prometió que recibirían respuesta a sus peticiones. Algunos cristianos han tomado esto como una garantía de que toda petición que hagan será respondida siempre y cuando terminen la oración “en el nombre del Señor Jesús”. Pero esta forma de pensar solo produce decepción o confusión cuando no se recibe lo que se ha pedido.
A lo largo de su ministerio terrenal, el Hijo de Dios solo hizo lo que su Padre deseaba. Orar en el nombre del Señor Jesús significa seguir sus pasos y pedir conforme a su voluntad, no a la nuestra. ¿Y cómo sabemos cuál es su voluntad? Él nos la dice en su Palabra. El Señor dijo que si permanecemos en Él y su Palabra permanece en nosotros, todo lo que pidamos nos será hecho. Eso significa que cuanto más oremos de acuerdo con las Sagradas Escrituras, más efectiva será nuestra vida de oración.
Orar en el nombre del Señor Jesús es también un acto de dependencia de Dios. No siempre sabemos orar como deberíamos. Aunque nuestro conocimiento es limitado, el de Dios es infinito, y Él conoce cada paso que ha dispuesto para nuestras vidas. Cuando venimos a Él en el nombre del Señor Jesús, estamos confiando en que Él responderá de acuerdo con su gran sabiduría.
Biblia en un año: Mateo 8-10