Antes de comprar un vehículo usado o una casa, es aconsejable hacer una inspección. Si hay frenos defectuosos en un automóvil o moho en el sótano de una casa, usted quiere saberlo, ¿no es cierto? La verdad puede ayudarle a evitar cometer un error costoso e incluso fatal. La verdad nos protege.
Este principio se aplica también a nuestra vida espiritual. En el pasaje de hoy, el Señor Jesús dijo: “Si vosotros permanecéis en mi palabra, verdaderamente sois mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Jn 8. 31, 32). Los judíos estaban confundidos. Después de todo, eran descendientes de Abraham y “nunca [habían] sido esclavos de nadie” (Jn 8.33). El Señor les dijo que todos son esclavos del pecado, pero que Él había venido a liberarles. Y también nos hace libres a nosotros.
La verdad del evangelio nos permite entablar una relación con nuestro Padre celestial. Luego, a medida que leemos y estudiamos la Palabra de Dios, su verdad se arraiga cada vez más en nuestro corazón. Nos familiarizamos tanto con ella que somos capaces de reconocer las enseñanzas erróneas. La verdad bíblica proporciona guía, sabiduría, fortaleza, valor, consuelo y fe. Vivir en la verdad de Dios nos permite experimentar la vida que Él quiere para nosotros: una vida de gozo y libertad. ¿Cómo le ha protegido y liberado la verdad?
Biblia en un año: Ezequiel 32-33