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Sermón de TV

Cómo tener una influencia duradera

Usted es la sal de la Tierra. Asegúrese de tener una influencia positiva y duradera en los demás.

12 de noviembre de 2022

¿Quién ha influido en usted y ha cambiado su vida para bien? ¿No le gustaría dejar huella en otra persona? Dios le creó para ser una influencia duradera en beneficio de su reino, para mejorar la vida de otras personas guiándolas a la vida eterna. Usted es la sal de la Tierra; por lo tanto, no pierda la oportunidad de tener una influencia positiva y duradera en el mundo.

Bosquejo del Sermón

CÓMO TENER UNA INFLUENCIA DURADERA
PASAJE CLAVE: 
Mateo 5.13-16
LECTURAS DE APOYO: Juan 3.19 | Juan 9.5 | Romanos 12.2 | 2 Corintios 6.17 | 1 Timoteo 2.3, 4 | 1 Juan 1.5
INTRODUCCIÓN

Todos dejamos huella en la vida de los demás, ya sea que nos demos cuenta o no.

La magnitud depende de la esfera de influencia y de las oportunidades de cada individuo. Sin embargo, solo los cristianos podemos influenciar a alguien para Cristo, pues solo nosotros contamos con su Espíritu.
DESARROLLO DEL SERMÓN

Cada cristiano es un individuo único creado por Dios con un propósito. Y sabemos que la voluntad de Dios es que sus hijos impacten a otros para bendición y conocimiento de Cristo. Es algo que comienza con los más cercanos y se extiende a todos los que Dios nos permita alcanzar.

El poder de nuestra influencia lo determina nuestra integridad. Para ayudarnos a comprender este asunto, Jesucristo hace uso de dos términos bien conocidos: sal y luz. Así, enfatiza la importancia del carácter y estilo de vida de una persona para dar un buen testimonio.
“Vosotros sois la sal de la tierra” (Mt 5.13)
La sal se diferencia de la sustancia que toca, y lo mismo ocurre con los cristianos. Estamos apartados y somos diferentes del mundo al que testificamos (2 Co 6.17).
En una sociedad que se caracteriza por el pecado, nuestras vidas santas y purificadas son un contraste extremo. Se nos advierte en Romanos 12.2, que no debemos conformarnos a este mundo, sino ser transformados por medio de la renovación de nuestro entendimiento.
Nuestra influencia en el mundo debe ser la misma que la sal tiene en aquello que toca

  • La sal da sabor. Tiene el poder de cambiar lo que no tiene sabor en algo deseable al paladar. De esa misma manera damos sabor a un mundo lleno de personas que tienen vidas vacías, pues no tienen a Cristo.
  • La sal preserva. En los tiempos del Imperio romano, la sal era una mercancía muy valiosa, pues era lo único que se usaba para preservar los alimentos. Los cristianos tenemos la misma capacidad de preservar en un mundo corrupto. Nuestro testimonio puede ayudar a que las personas se acerquen al Señor y de protegerlas del daño que produce el pecado.
  • La sal penetra. El Espíritu Santo usa nuestro testimonio para que la verdad del evangelio llegue a los corazones.
  • La sal produce sed. Los cristianos somos un ejemplo de transformación espiritual. El gozo, la paz y el contentamiento que el Señor nos da atraen las almas sedientas, las cuales son atraídas al Salvador por el Espíritu Santo.
  • La sal es quietud. En ocasiones Dios acerca a las personas a Cristo por medio de la observación. Al ver una conducta que agrada al Señor, la manera en la que reaccionamos con compasión, y cómo perseveramos con paciencia, sus corazones se abren al evangelio.
  • La sal sana. Así como la sal alivia el dolor de garganta, también somos llamados a ofrecer sanidad a un mundo quebrantado. Al tener compasión, bondad y ser receptivos, permitimos que quienes estén heridos, puedan sentir el amor de Cristo por medio de nuestra vida.

La advertencia de Jesucristo
“Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres” (Mt 5.13).
En esa época, la sal se obtenía al evaporar el agua del mar. Era recogida de la tierra junto con otras impurezas. Si tenía muchas impurezas, la sal perdía su sabor y su valor. El pecado tiene la misma influencia corruptora en nuestra capacidad de impactar, en favor del Señor, en la vida de quienes nos rodean. Cuando un cristiano vive en pecado, deja de ser útil para el Señor. Aquellos que vienen a ser como el mundo, no poseen nada diferente que ofrecerle.
“Vosotros sois la luz del mundo” (Mt 5.14)
De acuerdo a 1 Juan 1.5: “Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en Él”. Cristo también afirma: “luz soy del mundo” (Jn 9.5). Además, le dice a quienes confían en Él como Salvador: “Vosotros sois la luz del mundo” (Mt 5.14). Y luego añade: “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mt 5.16). No tenemos luz propia, sino el reflejo de Cristo en nosotros. Dios hace uso de esa luz para atraer a otros, no hacia nosotros, sino hacia su presencia, para que toda la gloria sea suya nada más.
Impactamos a las personas que nos rodean como la luz hace a la oscuridad.

  • La luz es pura y clara. Nuestras vidas deben caracterizarse por la pureza y la claridad. En todo momento debemos mantener un buen testimonio, tanto en público, como en privado.
  • La luz revela lo que está oculto en la oscuridad. Cuando vivimos conforme a la voluntad de Dios, los que están en tinieblas notan la diferencia entre nuestra vida y la suya. En ocasiones se sienten culpables, porque saben que no viven como deberían. Quizás algunos hasta nos pregunten por qué nuestra vida es tan diferente. Lo cual nos abre las puertas para compartir el evangelio.
  • La luz aleja las tinieblas. Si algunas personas se sienten incómodas a nuestro lado, puede que sea porque sienten la convicción que proviene del Espíritu Santo. Esto puede producir antagonismo y aún persecución. Juan 3.19 nos dice: “la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas”. Pero en ocasiones, el Señor usa la luz en nosotros para llevarlos de la oscuridad a la salvación.
  • La luz guía. Dios nos usa como lámparas para guiar a los incrédulos hacia el camino de la verdad.
  • La luz advierte. Sin la luz no podemos ver los obstáculos que están en nuestro camino; y esta también es una verdad espiritual para los perdidos. Podemos advertirles del peligro que enfrentan y de la necesidad que tienen del Salvador.
  • La luz calienta. No debemos ser fríos o insensibles hacia quienes están atrapados en las tinieblas. Necesitan saber que nos importan para que puedan darse cuenta de que el amor de Cristo fluye por medio de nuestra vida.

Mientras Jesucristo estuvo en el mundo, luz fue del mundo (Jn 9.5), pero ahora se encuentra a la diestra de su Padre en el cielo, y ha dejado a su Iglesia para que sea la luz del mundo. Mientras que la Iglesia proclame la Palabra de Dios, será un faro brillante, para mostrar a las personas el camino a la salvación.
Otra advertencia

Así como la sal pierde su valor por las impurezas, la luz también viene a ser ineficaz si no brilla a plenitud. Como el hollín que oscurece la lámpara, el pecado del cristiano enturbia su capacidad de hacer brillar la luz de Cristo. Necesitamos reflejar una luz nítida y fuerte, para impactar al mundo perdido con el conocimiento de nuestro Señor.
REFLEXIÓN

  • Si usted fuese el único cristiano que una persona llegara a conocer, ¿podría ella ver la luz de Cristo en usted y desearía conocer al Señor?
  • ¿Qué impurezas le impiden ser sal y luz del mundo? ¿Qué le ha ofrecido el mundo? ¿Cómo ha pecado?
  • ¿Saben sus compañeros de trabajo o vecinos que usted es cristiano? ¿Qué tan diferente es su vida de la de quienes le rodean?

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