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Sermón de TV

Cuando nos sentimos culpables

Recuerde el sacrificio de Cristo por nuestros pecados y la verdadera libertad que nos permite vivir sin culpa.

24 de febrero de 2024

¿Está usted atormentado por pecados pasados o agobiado por sentimientos de culpa? En este mensaje, el Dr. Stanley enseña que, si usted es un hijo de Dios, Él ya no recuerda sus pecados. Recuerde el sacrificio de Cristo por nuestros pecados y la verdadera libertad que nos permite vivir libres de culpa.

Bosquejo del Sermón

CUANDO NOS SENTIMOS CULPABLES

PASAJE CLAVE: Isaías 43.25

LECTURAS DE APOYO: Juan 3.16 | Hechos 16.31 | Romanos 8.1; 10.9,13 | 1 Juan 1.9

INTRODUCCIÓN

La culpa es un sentimiento poderoso.

La culpa puede hacer que las personas se sientan deprimidas, avergonzadas y rechazadas. Quizás hasta se sientan aisladas e indignas de ser amadas. Hay muchos que se esfuerzan con desesperación por demostrar que son bastante buenos. Sentimientos derivados de la falsa culpabilidad pueden hacernos sentir un gran peso al no poder cumplir con un estándar imposible de alcanzar. Les impide tener una relación íntima con Jesucristo y les roba la paz y la productividad.

DESARROLLO DEL SERMÓN

Dios nos perdona por su gracia, por medio de la muerte sustitutoria de Cristo en la cruz. Un creyente no tiene por qué sentirse atrapado en el remordimiento. Isaías nos dice que Dios nos perdona de tal manera, que olvida nuestro pecado como si nunca hubiera ocurrido: “Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados” (Is 43.25).

¿Por qué nos sentimos culpables?

• Una visión errónea de Dios

Muchos desarrollan su idea de Dios al observar a sus padres terrenales. Si su padre fue duro y distante, se imaginan que su Padre celestial es igual. Se distancian del Señor, o tratan de ganarse su aprobación.

La iglesia es otro lugar donde algunos obtienen una perspectiva equivocada de Dios. Algunas congregaciones se enfocan más en las reglas a seguir, que en desarrollar una relación con el Señor que esté basada en su gracia.

Hasta quizás llegan al punto de llamar “pecado” a todo lo que es divertido. En cualquiera de estos casos, algunos se quedan con esa sensación de culpabilidad, aunque no saben qué han hecho mal. O puede que sientan una culpa constante por su incapacidad de desempeñar todo a la perfección para ganarse la aprobación de Dios.

Desde esa perspectiva, Dios mantiene récord de nuestras buenas y malas acciones. En el día del juicio, cada decisión será revisada para ver si podremos entrar al Cielo. Es cierto que nuestro Dios es un Juez justo, pero no debemos olvidar que extiende su misericordia a sus hijos. La realidad es que Dios es amor, omnipresente y ha provisto un camino para que podamos pasar la eternidad a su lado, por medio de la fe y no por nuestras buenas obras.

• Cuando el mensaje de la gracia de Dios está ausente

Aunque muchos que proclaman el evangelio reconocen que la salvación es por gracia, enseñan que las personas deben cambiar de antemano. Sin embargo, una persona no se salva al purificar su vida. Todo lo contrario, el arrepentimiento es el resultado de un corazón transformado después de ser salvo.

La fe en Cristo hace posible que una persona sea perdonada. “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo” (Hch 16.31). Somos salvos solo por fe en Él (Ro 10.9,13; Jn 3.16).

Si el arrepentimiento fuera lo primero, entonces sería necesario dejar de pecar como condición previa para ser salvo. Pero es al revés. Solo después de aceptar a Cristo tenemos el poder de dejar a un lado las cosas del mundo. A menudo, ya ni siquiera disfrutamos de las cosas mundanas que antes nos gustaban. En lugar de limpiar nuestras vidas para ser aceptables al Padre, cambiamos por amor a Él y a sus caminos.

• No sabemos qué hacer con respecto al pecado

La Biblia nos enseña que debemos confesar nuestros pecados ante Dios. Recuerde que los creyentes en Cristo no pueden vivir en condenación, pues ya hemos sido perdonados por la obra de Cristo en el Calvario (Ro 8.1). Sin embargo, la confesión nos libera de esa sensación de distanciamiento de Dios. La confesión fue diseñada para limpiarnos de cualquier sentimiento de culpa (vea 1 Jn 1.9).

Eso no significa que no sufriremos las consecuencias de nuestros pecados. Por ejemplo, aunque Dios perdonó a Adán y a Eva, ellos perdieron la comunión perfecta que tenían por su desobediencia.

No piense que tiene que esforzarse para convencer a Dios que le perdone. ¿Recuerda al padre de la parábola del hijo pródigo? Él se apresuró para abrazar a su hijo rebelde. Esa es la imagen de Dios que debemos tener al venir ante su presencia para implorar por su misericordia. Confiese su pecado, agradézcale por su perdón, y continúe adelante.

• No logramos soltar el pasado

Es lamentable que sentirse culpable sea tan común entre quienes ya han confesado sus pecados. Puede que pidan perdón a diario por el mismo pecado, pero se siguen sintiendo culpables.

La sangre de Cristo nos ha justificado; así que, al margen de nuestro accionar, nuestro espíritu ha sido justificado en Cristo. Esto no está basado en nuestras obras, sino en la gracia y en la misericordia de Dios. Isaías 43.25 nos dice que Dios nos perdona y no recordará nuestro pecado.

Si usted se siente culpable en relación con su pasado, ore: “Padre, has prometido no tener en cuenta mi pecado. Gracias. Por fe, dejo a un lado mi pasado. Porque he sido lavado por la sangre de Cristo. Gracias, porque ante tus ojos soy puro y santo; no por mí, sino por quien Tú eres”.

• No logramos distinguir entre errores y pecado

El pecado es una acción en rebeldía a Dios. Es una decisión que tomamos, aunque sabemos que está mal. Un error, por el contrario, es algo que sucede sin pensar. Todos nos hemos tomado decisiones sin pensar o sin considerar las consecuencias.

Al igual que los pecados, también debemos traer nuestros errores ante la presencia de nuestro Padre celestial. Tenemos que admitir nuestras malas decisiones y agradecerle por habernos mostrado nuestro error. Debemos reconocer que no podemos cambiar el pasado, y pedirle al Señor que use esa situación para moldearnos de acuerdo a su voluntad. Solo Él puede usar nuestros errores para algo bueno en nuestra vida.

• Sentimos que no entendimos el llamado de Dios

Algunos se sienten culpables porque ignoraron el llamado que Dios les hizo en el pasado. Pero el hecho de que alguien haya ignorado su llamado antes, no significa que sea demasiado tarde.

El Señor se deleita en perfeccionar cada área de nuestra vida y en darnos nuevos comienzos. Algunos de sus testigos más importantes cometieron grandes errores. Un ejemplo de esto es Pablo, quien asesinaba cristianos antes de convertirse en apóstol. Nuestro Señor ama redimirnos para su gloria.

REFLEXIÓN

  • ¿Cuáles de los principios mencionados ha tocado más su vida?

  • ¿Qué le puede decir a una persona que cree no poder aceptar el perdón de Dios porque considera que ha cometido un “gran pecado”?

  • ¿Se siente culpable por decisiones que ha tomado por error y no por un pecado? ¿De qué manera, poder definir esas malas decisiones como equivocaciones le ayudan a dejar a un lado el remordimiento?

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