¿Cuándo fue la última vez que clamó a Dios sobre algo más que problemas personales? A menudo estamos tan absortos en nuestros asuntos que no vemos las crisis que enfrentan los demás. Pero ya sea que alguna dificultad afecte a extraños o nos golpee a nosotros, ¿siente que ciertos problemas son demasiado grandes para que la oración de una sola persona cambie las cosas?
Pues no lo crea. Santiago 5.16 (LBLA) nos asegura que “la oración eficaz del justo puede lograr mucho”. Y los dos versículos que siguen después dan un ejemplo poderoso: “Elías era un hombre de pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviera, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia y la tierra produjo su fruto”.
Dios todopoderoso es capaz de sanar, traer paz y cambiar las circunstancias. Y ha decidido dejar que sus hijos participen en el proceso a través de la oración. De hecho, el Señor quiere que hablemos con Él de todo (Fil 4.6).
La próxima vez que se entere de una tragedia o problema, ya sea que le afecte a usted o a extraños, resista la tentación a distanciarse de tales situaciones. Usted puede ser de bendición en la vida de los demás cuando intercede a favor de ellos. Que las crisis se conviertan en un catalizador para la oración.
Biblia en un año: 2 Crónicas 32-34
